Feminismo

Una experiencia de sangrado libre

Por Montserrat Pérez

Desde hace un par de años tengo menstruaciones irregulares. En 2019 me regularicé un poco, pero aún tengo meses en los que mi sangrado es muy muy ligero, aunque dura varios días. Hace tiempo que decidí usar toallas femeninas de tela, pero con las menstruaciones en las que difícilmente lleno una toalla al día, decidí hacer un experimento: no usar nada.

El sangrado libre es una práctica en la que las mujeres dejan que sus menstruaciones sucedan y no se usan productos menstruales como toallas, tampones, esponjas ni copas para prevenir que la sangre manche o se desparrame. Hay quienes logran un control muy específico para ir al baño cuando sienten que la sangre va a salir. No es mi caso, por supuesto.

Honestamente, yo empecé a hacerlo por cansancio y porque no quería desgastar mis toallitas de tela que tanto amo con apenas unas manchas de sangre. Así que un día salí así con mi ropa normal y dejé que mi cuerpa hiciera lo suyo. Cuando llegué a casa, solamente mi ropa interior y un poco del pantalón que usaba estaban manchados. Desde ahí, cuando veo que es uno de esos periodos ligeros, no me pongo nada. Sin embargo, hay algunas consideraciones que me gustaría hacer acerca de mi experiencia:

  1. Mi ropa interior puede ser de algodón, pero si la tela del pantalón es sintética, si siento incomodidad con el olor. Esto es normal, supongo, porque las telas que no son naturales no permiten que respire el cuerpo. También esto me llega a causar un poco de irritación, pero nada más.
  2. Obviamente mi ropa se mancha, lo cual implica que, si en una semana normal uso dos o 3 pantalones, en esa semana uso un pantalón por día y tengo que cambiarme la ropa interior dos veces. Si se me acaba la ropa limpia, tengo que lavar más, entonces eso genera un gasto mayor de agua.
  3. A veces sí mancho las sillas o los sillones, porque es más sangre de la que esperaba, por eso intento estar en casa lo más posible, de manera que pueda limpiar todo y cambiarme.

Más allá de esto, usualmente me siento bastante cómoda porque es como cualquier día normal, solamente tengo que ir más al baño, tengo que procurar no ir muy lejos de casa y, si lo hago, tengo que llevar una toalla de tela en la bolsa o mejor ponérmela antes de irme. Es una experiencia que también me ha permitido conocer de manera más cercana mi cuerpa, por ejemplo, sé que en las mañanas tengo que salir rápido de la cama para poder llegar al baño y que salga la mayor cantidad de sangre ahí. Eso no lo podía hacer antes, no controlaba ni poquito.

Por otro lado, también he podido apreciar lo bonita que se puede ver una mancha de sangre y lo diferente que es de una menstruación a otra, que a veces es más obscura o más clara, que a veces tiene un olor muy ferroso y que a veces siento mi canal vaginal más distendido o más estrecho. En cuanto a los cólicos, esta experiencia ha sido placentera, porque casi no tengo, lo cual no pasaba cuando utilizaba las toallas desechables, por ejemplo.

Creo que cada una tiene que conocer su cuerpo, pero sí siento que es liberador dejar que la sangre nada más salga y salga, sin retenerla. También reconozco que tiene sus limitaciones. Por ejemplo, no podría hacerlo, si no tuviera acceso a ropa y agua limpia, definitivamente deben existir las condiciones higiénicas para hacerlo. En mi casa y los lugares que frecuento, la menstruación no es vista como algo desagradable o reprochable, pero sé que puede haber gente a la que le cause asco y que me pudiera agredir en algunos contextos.

Hablo de este tema porque es un camino. No sé qué tanto lo mantenga mientras más se regularice mi menstruación, pero sí sé que es otra forma de conocernos a nosotras mismas, también de hacer algo que nos dijeron que no hiciéramos y de normalizar la sangre, al menos inicialmente que yo la pueda normalizar para mí misma, porque pasé muchos años pensando que era algo de lo que no se debía hablar, mucho menos ver ni tocar ni oler (gracias, escuelas católicas). Ahora quiero saber qué más hay para mí y para mi útera.  

Ilustración: Moara

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La Crítica