[Vencer el miedo] Correr
La primera autodefensa fue aquella de correr como nunca lo hice en ninguna carrera, la inercia de correr por la vida te convierte en atleta en segundos.
La primera autodefensa fue aquella de correr como nunca lo hice en ninguna carrera, la inercia de correr por la vida te convierte en atleta en segundos.
Crecí con la idea de que, para ser una mujer es necesario mesurar la voz, no enojarse, no reclamar, no gritar y por supuesto, tener muchos zapatos.
Autodefensa porque pediste ayuda y nadie te escuchó. Autodefensa porque parece que no hay respuestas institucionales. Autodefensa porque quieres defender la vida. La tormenta asusta pero sería peor no poder contemplarla ni sentirla nunca más.
Mi relato de autodefensa feminista no tuvo lugar en la calle, en lo público, ¡no! Sucedió en lo privado en la seguridad del hogar de mi madre, cuando era una niña, presta de cuidados y atención.
Hace unos cinco años que una entidad femenina me aconsejó en un terreiro de umbanda que no dijera más la palabra miedo. Hasta allí nunca había pensado en mis miedos con tanta fuerza presencial y después de esa percepción no pude más dejar de verlos.
Desde niña tuve una fascinación obsesiva por la bicicleta, relata mi madre que me bajé de un triciclo para montarme de lleno en la bici. Desde mi presente rememoro como fue crecer en un poblado rural, donde las distancias entre vecinos bordeaban los dos kilómetros, y la vida de campo transcurría entre eternas praderas.