Por Luisa Velázquez Herrera «Menstruadora»

Para mí hay una diferencia entre esperanza y fantasía. Desde la postura lesbofeminista partimos de la esperanza. En cambio, desde las posturas patriarcales queers parten de la fantasía.

Para mí, la esperanza es tener los pies enraizados en nuestra ginealogía, la historia de las ancestras, para soñar con dejar atrás esta realidad patriarcal feminicida, es decir, partimos de nuestro pasado de mujeres y andamos hacia una munda donde ninguna mujer sea violentada. Por su parte, la fantasía suele partir de la mentira, es fantasía que con unas pastillas dejarás de estar triste o que consumiendo tal o cual sustancia encontrarás calma a tus dolores, también es fantasía el glitter y es fantasía que con polvos mágicos la cenicienta consiguió un vestido para ir al baile, también es fantasía que fue feliz.

Desde la esperanza sabemos que hay que luchar irremediablemente contra ellos porque nuestra vida depende de arrebatarles nuestros cuerpos que nos quitan. Pero desde la fantasía queer, todo se soluciona con un corte de cabello y nombrándote «no binaria». Si partes de la esperanza, te das cuenta que hay un esfuerzo colectivo que nos toca continuar: la lucha heredada de las ancestras. Si partes de la fantasía, solo bastará con cambiar de acta de nacimiento, con hormonizar niñas y niños, con cortarte el cabello o dejarte de sentir oprimida para dejarlo de estar.

Para mí, debemos cultivar la esperanza y dejar de partir de la fantasía. Y en este camino no podemos confundir imaginación con fantasía, porque si bien la fantasía no es nuestra, la imaginación y los sueños sí son, son la ruta para soñar con otra munda.

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La Crítica