Feminismo

De la complicidad patriarcal y la justicia

Por Patricia Karina Vergara Sánchez
*Texto publicado originalmente en Facebook por la autora
Las y los policías que vigilan la zona en donde vivo pertenecen a la misma alcaldía que el primer cuadro de la ciudad. Esto significa que cuando hay marchas o manifestaciones, los llevan a ser parte de quienes reprimen a la gente organizada.
Por lo tanto, el policía que respondió a la llamada porque estaban golpeando a una mujer frente a mi edificio es el mismo que reprime la «marcha de las feminazis» y nos maldice por protestar. Es el mismo que, a pesar de mil cursos de «sensibilización en género», sigue revictimizando a la mujer golpeada, advirtiendo de que la denuncia va a tomar muchas horas en el MP e insinuando que desista. En tanto, al violentador lo mete a la patrulla con trato empático y explicándole que es para que las vecinas que salimos a apoyar no lo molestemos ni lo insultemos, porque estamos hostiles.
Este suceso no es único, se repite todos los días y a todas horas, sistemáticamente.
El MP adonde llevan a esa mujer, estadísticamente, será el mismo que acosa a sus compañeras; el juez, probablemente, un violentador vicario; la secretaria de acuerdos, obligada a seguir el sistema de pensamiento de sus maestros y jefes misóginos, y el médico legista, un consumidor de porno.
Por lo tanto, no podemos esperar de ellos más que la aplicación de la legalidad desde la única lectura que permiten los lentes oscuros de la fraternidad patriarcal en donde las mujeres pareciera que lo merecíamos: somos objeto, malas, culpables o castigables y encontrarán la disculpa o comprensión, explícita o no, para quien la hirió; independientemente de lo que digan los artículos de la ley, acomodarán la ley a sus presupuestos.
En consecuencia, es imprescindible que las mujeres sepamos, usemos, demos la lucha ahí cuando es necesaria y no nos dejemos despedazar por el poder que ellos tienen desde la legalidad patriarcal, pero que también tengamos claro que la esperanza de justicia para nosotras no dará fruto en esos lugares -nunca-. No es en sus instituciones, no será hasta que nosotras las tiremos absolutamente todas y pensemos otros modos que no sean estos y no dependamos de la impartición del derecho de ellos.

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La Crítica