Por Panqui Blue
Les pido perdón por haber creído por mucho tiempo que no eran maravillosas.
Por haber clavado mi mirada en espejos viejos, lastimados, descompuestos y deformes.
Les pido perdón por haberlas descubierto demasiado largas y débiles a través de las miradas juzgadoras y las palabras hirientes.
Por achicarlas y obligarlas a dar pasos cortos para evitar el abandono y por haber reprimido su brío, su soltura y su gracia cuando ando, cuando salto, cuando corro.
Les pido perdón por dejarlas en la soledad de la caricia ajena y el gesto de ternura de otrxs.
Les pido perdón por no voltearlas a ver como mías, sobre todo.
Por no reconocer que siempre han sido perfectas porque me han dado pasos extensos y firmes por cientos de kilómetros.
Porque me han llevado a descubrir la tierra y a ver cuán vasto es el horizonte.
Porque me han dejado repiquetear en el piso el zapateado rebelde de mi sanación y resistencia.
Porque me han cuidado al detener mi prisa cuando no atiendo su queja.
Porque sus cicatrices son la huella de que en este cuerpo hay movimiento constante.
Un cuerpo que se mueve, que se descubre, que se mira y que por fin se aprecia.
Piernas, pies: esto que cargan, esto que soy yo les pide perdón porque son parte de este cuerpo igualito a mí que ahora se ve en espejos muy otros.
Qué hermoso hablarle a tu cuerpa así. Es una gran an lección de amor.