Opinión

8M 2022 en Argentina: nos merecemos más

Por Maira Lucia Haunau

Tres movilizaciones conformaron la manifestación por el Día de la Mujer Trabajadora en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: la de agrupaciones de izquierda, la de las agrupaciones peronistas afines al gobierno actual y la del bloque separatista. Todas en la Plaza Congreso. El Ministerio de Cultura incluso puso a disposición un escenario que se encargó de pasar trap y reggeatón y el Congreso ni estaba vallado, solo había algunos policías en las puertas de los laterales.

¿A qué vamos al 8M en Argentina? En 2015 para que los hombres dejen de asesinar a sus parejas mujeres, en 2018 para que los hombres dejen de pagar por violar mujeres y las proxenetas dejen de ocupar espacios institucionales que los hombres les facilitan, en 2021 para que los hombres dejen de creer que por performar feminidad son mujeres. Para que los hombres, para que los hombres, para que los hombres.

¿Y nosotras para cuándo? ¿Cuándo vamos a dejar de pelear con los hombres y creer que tenemos lo suficiente como para empezar a construir algo duradero para nosotras? ¿El bienestar y la felicidad solo le pertenece a las mujeres del futuro? ¿No es eso lo que pensaban nuestras antecesoras? ¿Es ingenuo pensar en una meta en la que el feminismo deje de ser una lucha constante contra ellos y pase a ser acciones de construcción amorosa entre nosotras?

No puedo ver cómo nos sirve ir un día, dos o tres al año a gritarle a los hombres y a sus instituciones lo que ellos ya saben: Sus políticas son violentas e insuficientes, sus dinámicas sociales nos asfixian, su modelo productivo nos daña y la forma en que organizan el mundo no contempla a las mujeres. Cada vez que vamos, ¿se lo recordamos a ellos o a nosotras? Si nosotras ya lo sabemos, ¿por qué no hacemos algo más que ir a cantar, pintarnos la cara, levantar carteles y ocupar un espacio incómodo rodeadas de ellos y sus instituciones?

Estoy cansada de tener que convencer, negociar y discutir con ellos para que se decidan aprobarnos una ley, un plan social o un decreto que “favorezca” a las más vulneradas por un tiempo hasta que venga otro hombre y decida deshacerlo todo. ¿Es ingenuo de mi parte pensar que nos merecemos más y que lo merecemos ahora?

Si invirtiéramos la energía que le dedicamos a gritarle a sus instituciones en pensar e idear nuevas formas de construcción y relación entre nosotras que sean materializables, ¿no seríamos más fuertes? Planifiquemos cómo vivir sin ellos, cómo existir lejos de su violencia, ¿por qué parece algo tan imposible?

Dejemos de pensar en los “deberíamos”, “tendríamos que”, “estaría bueno que”, “algún día” y sentémonos a planear los pasos a seguir, el plan de acción para vivir nuestra liberación hoy. ¿No merecemos sentir bienestar hoy? ¿El único bienestar que somos capaces de imaginar es yendo a gritar a sus instituciones una, dos o tres veces por año? ¿No existimos más allá de sus instituciones? ¿No existimos todos los días? ¿Qué hacemos en esos días? ¿El feminismo es solo un hobbie de fin de semana o de un par de días en vez de que lo personal sea político?

No sé si soy ingenua o muy ambiciosa al pensar en esto, pero sostengo que nos merecemos el bienestar feminista que todavía no somos capaces de soñar por estar pensando en cómo los podemos molestar a ellos para que nos incluyan en sus instituciones. Existimos todos los días y todos los días tenemos la capacidad de decidir cómo relacionarnos con otras y qué crear, ¿qué nos detiene de hacerlo? ¿Por qué estamos tan atomizadas?

Me duele ver que nuestras ancestras tenían los mismos problemas que nosotras. No me pueden decir que no se ven reflejadas en esta entrevista a las mujeres que se manifestaron en 1985 en Argentina para conseguir que el Gobierno reconozca que tienen tanto poder de decisión sobre sus hijas e hijos como sus progenitores. El patriarcado y la violencia de los hombres sigue encontrando formas de mutar y seguir vulnerándonos y a nosotras solo se nos ocurre juntarnos uno, dos o tres días al año a gritarles “por favor, paren, nos están matando”. Es ridículo y nos merecemos más, mucho más.

No somos feministas por hobbie o por un día, somos feministas todos los días y ver que todos los años reinventamos la rueda es agobiante.

Para escribir este artículo me inspiré en el texto de una amiga lesbiana feminista que también podría hacer de resumen de este.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La Crítica