Feminismo

3 poemas de Sor Juana para leer con otra mujer

Por Alejandra Bolívar

Juana Ramírez de Asbaje nació un 12 de noviembre de 1651. Juana llegaría a convertirse en una de las mayores exponentes de la literatura y la poesía en México. Juana es mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, nombre que tomó al entrar a la orden de San Jerónimo, después de expresar que no quería casarse. Para festejar el natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz les dejamos algunos poemas para leer con otra mujer. ¡Gracias, Sor Juana, por tus palabras!

 

Envía una rosa a la virreina

Ésa, que alegra y ufana

de carmín fragante esmero,

 del tiempo al ardor primero,

 se encendió llama de grama;

 preludio de la mañana

del rosicler más ufano

 es primicia del verano,

Lisi divina, que en fe

 de que la debió a tu pie

la sacrifica tu mano.

 

 

Excusándose

Excusándose de un silencio en ocasión de un precepto para que le rompa

Pedirte, señora, quiero

De mi silencio perdón,

Si lo que ha sido atención,

Le hace parecer grosero.

 

Y no me podrás culpar

Si hasta aquí mi proceder,

Por ocuparse en querer

Se ha olvidado de explicar.

 

Que en mi amorosa pasión

No fue descuido ni mengua

Quitar el uso a la lengua

Por dárselo al corazón.

 

Ni de explicarme dejaba,

Que como la pasión mía

Acá en el alma te hablaba

 

Y en esta idea notable

Dichosamente vivía;

Porque en mi mano tenía

El fingirte favorable.

 

Con traza tan peregrina

Vivió mi esperanza vana

Pues te puedo hacer humana

Concibiéndote divina.

 

¡Oh, cuan loco llegué a verme

en tus dichosos amores,

que aun fingidos tus favores

pudieron enloquecerme!

 

¡Oh, cuán loco llegué a verme

en tus dichosos amores,

que aun fingidos tus favores

pudieron enloquecerme!

 

¡Oh, cómo en tu Sol hermoso

mi ardiente afecto encendido,

por cebarse en lo lúcido,

olvidó lo peligroso!

 

Perdona, si atrevimiento

Fue atreverme a tu ardor puro;

Que no hay Sagrado seguro

De culpas de pensamiento.

 

De esta manera engañaba

La loca esperanza mía,

Y dentro de mí tenía

Todo el bien que deseaba.

 

Mas ya tu precepto grave

Rompe mi silencio mudo;

Que él solamente ser pudo

De mi respeto la llave.

 

Y aunque el amar tu belleza

Es delito sin disculpa,

Castíguense la culpa

Primero que la tibieza.

 

No quieras, pues, rigurosa,

Que estando ya declarada,

Sea de veras desdichada

Quien fue de burlas dichosa.

 

Si culpas mi desacato,

Culpa también tu licencia;

Que si es mala mi obediencia,

No fue justo tu mandato.

 

Y si es culpable mi intento,

Será mi afecto preciso;

Porque es amarte un delito

De que nunca me arrepiento.

 

Esto en mis afectos halló,

Y más, que explicar no sé;

Mas tú, de lo que callé,

Inferirás lo que callo

 

 

Esta tarde, mi bien

 

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,

como en tu rostro y tus acciones vía

que con palabras no te persuadía,

que el corazón me vieses deseaba;

 

y Amor, que mis intentos ayudaba,

venció lo que imposible parecía:

pues entre el llanto, que el dolor vertía,

el corazón deshecho destilaba.

 

Baste ya de rigores, mi bien, baste:

no te atormenten más celos tiranos,

ni el vil recelo tu inquietud contraste

 

con sombras necias, con indicios vanos,

pues ya en líquido humor viste y tocaste

mi corazón deshecho entre tus manos 

 

 

 

Imagen vía México Desconocido

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La Crítica