Arte

[Verano Feminista Literario] Norte del sur. Parte II

Ilustración: Isabella Caitlin Avery Mais

Por Alejandra Cuevas Juárez

Norte del sur

A donde va una cuando el centro está más allá de su propio ombligo

es al sur
lo que una hace es ir de retorno

para mí el mapa se vería al revés

y aun así el agua helada de este lado del mar

brotaría de una tierra aparte

yo no digo que el mapa esté bien puesto

pero sí manifiesto hasta hacerlo póstumo:

habemos algunas

que llevamos por regenta el movimiento

y como comandanta

la vida que nace entre el arriba y el abajo

más a ras de suelo como las matas echando raíz

la enagua que baila en cadencia ínfima

la cuerpa bichi

la fruta poposagüi

los guachiporis en la ropa

en eso nacemos las que podría llamar

descentralizadas

hijas de la migración

no de la que corroe las entrañas

pero aún así

hija del sur y del noroeste

nacida del lado de la península más fronteriza


Para cuando me sé conmigo

Cada miércoles o cada día que ya no aguanto la arena de la caja de la gata en la cama, acomodo el cuarto, barro el polvo invisible que baja desde Tlalpan, recojo las bolas de pelos, sacudo la silla (eso no siempre, pero cuando lo hago, sé que lo hice bien), cambio las sábanas, las meto a lavar, cuelgo la ropa con la que juego a vestirme, escondo los suéteres para que no sufran cráteres, paso yo misma ensimismada en el asma de no poder respirar en estos días de contingencia que para mí son una lucha más por darme cuenta que a veces hay que huir, pero yo no huyo, y me dedico a sacudir los tapetes, que con trabajo tengo unos, y con poesía me pongo a dirimir, cada vez más, la razón y soy otra cosa, que deja lo que no le gusta a un lado, lo que la violenta al otro y aunque nunca escape, por lo mucho, me doy cuenta en este momento, de que sí huyo.

IX

Todo dolor, toda rabia, toda magia encarnada, toda muerte cerca de las vías, toda muerte encaminada al valle del silencio más oscuro, toda promoción del metro, todo camino recorrido sin permiso y sin ritualidad, toda existencia nimia, todo dolor, todo placer, todo escándalo gradual, toda graduación y gradiente de cariño. Toda tú, toda yo, más la reiteración, más cualquier retórica, y aunque sin preguntas ni ganas de las ganas moribundas, toda tú y toda yo, sin idea, en cuartos de cualquier color y con la desnudez más explícita, sin hablarnos reconociendo la finitud de nuestro lenguaje, porque podemos ver el espiral y nada más que el vacío y la inercia de querer algo digno. Toda tú y toda yo en un camión de la merced, en carros desconocidos, negándonos abiertas, toda tú, toda yo, en un atrio con cuerpos sin exhumar.

Ilustración: Kellas Campbell

Para las que no nos exigimos

Estado constante de reinvención: devenir como todo lo redondo que rueda por ahí. Más allá de la belleza veo la libertad, la de darnos un beso cuando la tarde es dulce, pero no todas las tardes, la de sabernos caminantas pero no de todos los caminos, la de palpar que tal vez la libertad sea tan inmensamente frondosa que apenas le tocamos una pierna, la de hallarnos al principio, en medio, al final, con paciencia, con embrollos, con calmas y prisas. Como espiral, redondo, espiral, rodando. La de no saber si ésta es, si ésta es la que es: la libertad, cuando me giro y ya no te veo, y no me ves

hasta el próximo deseo de encontrarnos.

A veces

A veces

Quisiera escribirte un mensaje que te pida un beso que diga algo así como: ¿puedo refugiarme esta noche en tu cama?

Quisiera llamarte y preguntarte si hacemos de cenar en una noche como hoy, donde ya se ve el fin del cordel, llamarte para decirte si quieres jugar a vencernos a nosotras mismas y a nuestra culpa por la glotonería, a oír la lluvia pegar en la ventana de tu cuarto en el noveno piso de ese edificio de periférico sur, y desafiar la estructura de ese espacio donde nuestra cabeza descansa a un muro de la intemperie. De verdad quisiera ver el mapa de esa colonia que te desespera porque no tiene salida a villa panamericana, y sólo quedo rodearla, y que tal vez por eso, ese infortunio te significa llegar con un hilo de sudor rodando del cuello a las revoluciones que planeas. Yo imagino que es agua fresca, de verdad así se siente cuando te saludo al borde de esa escuela que nos hizo encontrar caminos, así se siente, de verdad, ese hilo acuoso que seguro proviene de algún manto que cuidas, y que te prometo que es rocío cuando tu boca florece en sonrisas que dicen tanto de lo que yo no puedo decir. Qué audaces son, hablan, se comunican sin articular palabra.

Cuando siento en llamarte para decirte si nos vemos, que a veces necesito un beso, no quisiera traerte al pantano donde a veces vivo, no quisiera que ninguna responsabilidad emocional cayera en ti, por eso prefiero hacer una vasta descripción del agua que destilas y traes contigo, esperando un día que las circunstancias nos encuentren al pie de la dicha expresa.

Imagen: Pinterest

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La Crítica