Alicia Vargas tenía 14 años cuando jugaba cascaritas en las calles de la Ciudad de México. Luego, escuchó que la Liga América había formado un equipo de mujeres.
A pesar de las evidentes diferencias, los reclamos de las jugadoras pasan desapercibidos para muchos.
Y como no es la primera vez que las mujeres tienen motivos para sentir miedo en este país, hay muchas que ya han encontrado herramientas, y han desarrollado sus propios métodos de autodefensa, incluso después de enfrentar impactos dolorosos como el secuestro de una hermana, o de sobrevivir al acoso sexual.
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