Análisis

Sobre las alianzas de las liberales -disfrazadas de radicales- con la derecha

Luisa Velázquez Herrera «Menstruadora»

Partir de un análisis profundo del sistema patriarcal ayuda a comprender el reciente comunicado de la organización liberal femmva –la cual se ha revestido de discurso aparentemente radical en tiempo récord desde su reciente fundación– donde anuncia que se ha aliado con la derecha a propósito de negociar alrededor de la legislación por el alquiler de vientres.

Antes de continuar, si quieren leer más a detalle, pueden consultar en este enlace el comunicado donde ex integrantes de femmva denuncian tales vínculos con la derecha.

Ahora sí, seguramente se preguntarán: ¿Por qué una organización que usa el discurso radical se aliaría con la derecha?

Aquí mi aporte en estos días:

1. El sistema patriarcal se sostiene y cimenta en la explotación de los cuerpos de las mujeres.


2. Desde los años ochenta, las instituciones patriarcales y la banca han cooptado al movimiento de las mujeres por su alto grado de peligrosidad a la estabilidad del sistema; así, arrancaron la teoría feminista de las mujeres hasta dejarla reducida a un juego enunciativo de identidades, en otras palabras, quitaron la posibilidad de potencia organizativa de las mujeres para que no significara ningún riesgo al patriarcado.

Esto explica la creación de la «perspectiva de género», que después fue lo queer, que después fue lo trans, con el fin de arrancar los aportes de las mujeres de ellas y funcionalizarlos a los hombres, por eso, hoy muchas mujeres confundidas están preocupadas por las identidades autopercibidas de los hombres y lo llaman «feminismo», sin atender más a la defensa de nuestra propia vida en la guerra ginocida que enfrentamos.


3. En años recientes, hubo un resurgimiento de la teoría y propuestas radicales, así que las instituciones patriarcales respondieron con otra cooptación, en este caso, servidoras públicas, mujeres partidistas y empresarias comenzaron a llamarse a sí mismas «feministas» con el fin de desvanecer el riesgo de los grupos organizados de mujeres. Ahora ellas –las colaboradoras del patriarcado– resultaban ser las «verdaderas feministas” y ya no generistas como en décadas anteriores se posicionaron. ¿Saben cuándo comenzó a ocurrir? el día en que Emma Watson se subió al templete hace un par de años para enunciarse «feminista» ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).


4. Hay causas cruciales a las que se oponen las feministas radicales, por ejemplo, el uso, opresión y explotación de nuestros cuerpos sexuados de mujeres: prostitución, pornografía, renta de úteros, la misma heterosexualidad como régimen político, etcétera. Los antecedentes de estas luchas son históricos y datan de miles de años.

5. El capitalismo con sus diferentes grupos emula una falsa confrontación que le da vitalidad al mercado de venta de las mujeres y hace que se suban las apuestas:

–Las liberales quieren la legalización de todo esto (prostitución, renta de úteros, pornografía y matrimonio de niñas), el gran ejemplo es GIRE como vocera de los contratantes de alquiler de mujeres (gestación subrogada), y por supuesto, la iniciativa de la nueva secretaria de gobernación, Olga Sánchez Cordero, a favor de la legalización del alquiler de vientres haciéndolo pasar como «reproducción asistida», ambos son grupos a favor de la venta de mujeres.

–Los grupos conservadores, en cambio, se oponen a la legalización, pero no porque quieran la libertad de las mujeres, esto es absurdo, lo que quieren es el mercado clandestino, el ejemplo son las famosas clínicas antiaborto Vifac que se dedican a negocios relacionados con adopción y trata de mujeres.  En la misma sintonía, se encuentran las organizaciones de derecha que han tapizado varias veces el transporte público (el metro de la Ciudad de México) oponiéndose al alquiler de vientres, repito, no porque busquen la libertad de las mujeres, protegen el mercado clandestino. En México ha sido Early Institute una de las organizaciones más activas en este rubro y señalada ya por diferentes feministas.

Ningún grupo está a favor de las mujeres y no lo serían porque se mueven en la lógica patriarcal, en el sistema masculino, las políticas públicas, las leyes de los hombres.


6. Las liberales quieren una curul, un buen sueldo, estar en las instituciones de los hombres, para eso trabajan, así que crean “alianzas tácticas”, ellas pactan con los grupos que quieren un mercado (tanto legal o clandestino), lo hacen en nombre de un poco de poder masculino, quieren estar con ellos, su dogma es la igualdad, incluso algunas llegan más allá en la disputa y se disfrazan de «radicales» porque el mercado se ha revitalizado y ocupa usar todos los discursos disponibles, por eso hay que tener cuidado porque el discurso lo pueden aprender –claro que mal aprendido, tienen inconsistencias como posicionarse discursivamente radicales, pero apostarle al trabajo legislativo– y hay que detectarlas.

Sobra decir que no es a favor de las mujeres que trabajan, no les importa ni un poco la salud y la vida de las demás, no es que trabajen con mujeres cara a cara, no es que sean feministas en la vida cotidiana, la mayoría llegó apenas ayer al feminismo y comenzó a capitalizarse, no es que dialoguen con mujeres que no estén en el poder, ellas usan el discurso, son liberales, el discurso lo vuelven su capital, ellas eligen al mejor postor porque es «eficaz» según ellas, lo es para ellas en particular porque reciben algo, toda alianza implica una negociación y ellas ganan algo,  en nombre de esa ganancia deciden en nombre de todas, pero aquí no ganamos las mujeres, ellas están pactando con los grupos que tienen un lobby tanto en el rubro de la legalización como en la clandestinidad.

¿O a poco creen que los proxenetas pierden? Claro que no, los proxenetas de la industria reproductiva tienen gente en ambos lados, tanto en la legalización como en la prohibición, es solo una simulación, se disputan los cuerpos de las mujeres como objetos, como mercancía.


7. Hoy lo que estamos viviendo es que las liberales se disfrazaron de radicales y esto es nuevo en los últimos años, sobre todo porque no hace mucho lo radical era lo más rechazado, pero dado el trabajo que muchísimas mujeres hicimos en los últimos años contra la embestida generista, ellas se montan en eso, se están capitalizando y hay que cuidarnos. Las liberales se disfrazan de radicales porque quieren una parte de las dádivas; las otras liberales ya están por la legalización, así que nos usan, ese es el caso de la organización mexicana de la que se habló al inicio, usan nuestras palabras, citan a teóricas que de estar vivas se opondrían a ellas, desbaratan el discurso.


8. Las liberales usan a su antojo la teoría radical, la desvanecen, es una tercera cooptación, hablan de que ser radical y ser heterosexual es posible, hablan de que ser radical y pactar con partidos políticos en «táctico», hablan de que ser radical y querer ser aspirante a diputada es «importante», hablan de que ser radical y cabildear con proxenetas, pederastas, tratantes, anti-abortos es «necesario» porque hay «causas comunes», es más allá de violento contra nuestra dignidad, nuestra existencia, nuestra vida. Lo que hacen es teoría liberal, quiero decir: acciones para la salud patriarcal, hacen estrategia desde el capitalismo, son colaboracionistas.


9. Algunas compañeras caen en la confusión del discurso tramposo y terminan apoyando a las liberales con su disfraz de radicales. El móvil de la confusión es que las liberales disfrazadas de radicales son mujeres de clase acomodada, blancas, con estudios académicos, provienen de campos como el marketing o los departamentos de difusión cultural, usan mujeres y son manipuladoras bien trabajadas y capacitadas para eso, pero no lo tienen todo bajo control, muchas de ellas emiten discursos como en la iglesia, carecen de reflexión feminista, manotean al aire, se desesperan cuando se trata de intercambiar puntos de vista, su escuela es la derecha, no están acostumbradas a crear conjuntamente, se erigen líderes y jerarcas bien financiadas.

Algo más que ayuda a estas nuevas infiltradas a posicionarse, es que las radicales de pie hemos sido fuertemente difamadas en un amplio y reiterativo juego misógino contra nosotras y nuestras ancestras (la difamación puede llegar a acusaciones de pedofilia, incesto y violencia), se nos ha intentado deshacer en el señalamiento de que nuestras críticas son «juegos de ego», «niñerías», se nos desvanece en mentiras sobre nuestras vidas –con todo y cuentos de brujas para la hoguera– para que ellas, las nuevas infiltradas, tomen nuestro lugar, o lo que imaginan que es nuestro lugar porque ninguna compañera lesbofeminista radical que conozco ha querido ser líder de nada jamás. Con todo y sus intentos de capitalizar nuestros esfuerzos, no lo logran, aquí estamos, aquí les escribo, seguimos resistiendo.


10. Como consecuencia inmediata las radicales somos confundidas con esas liberales que usaron nuestro discurso, las mujeres son usadas y destazadas de igual manera, nos quedamos aún menos de las que éramos, porque las demás que fueron cooptadas por el nuevo partido político entregaron sus energías a los hombres, pero una vez que se dan cuenta de que fueron usadas, no quieren saber más de feminismo. Vienen la siempre infaltable ola de decepcionadas que entregaron su corazón a las infiltradas con disfraz de radical y ahora quieren generalizarlo todo a través de lo que vivieron con ellas, bueno, pues les aviso, no todas las mujeres que se dicen radicales, lo son, menos aquella que están dispuestas a pactar con organizaciones antimujeres.


11. Las liberales reciben su premio, un foco de prensa, un comunicado, un puesto de gobierno y la opacidad de sus recursos que seguimos sin saber de dónde vienen. ¿O ustedas creen que son gratis sus tácticas? ¿A poco creen que quien negocia con los corporativos de la industria reproductiva no gana nada? ¿Quién les dio el poder de «representarnos» y por qué gustosas lo hacen? ¿De dónde vienen y por qué su fama se construye en tiempo récord con financiamientos ocultos? No nos engañemos, son colaboracionistas del sistema, trabajan para los hombres, es decir, contra nosotras, tenemos la urgencia de no creer en todas aquellas que se dicen radicales, tenemos la urgencia de constatar acciones más que conferencias de cuestionables bases.

 

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La Crítica