Feminismo

[Opinión] Los lutos que guardo

«Ni Una Menos», Paola Escobar vía Pinterest

Por Montserrat Pérez

 

Estaba pensando que el día de la marcha de las catrinas me encontré con unas amigas y marchamos juntas, algo que hace mucho no hacía. Nos repartieron las fichas con las fotos y nombres de mujeres asesinadas: sus rostros, sus edades, los estados en los que las mataron. Cargamos esos rostros bajo la lluvia. En su mayoría mujeres, no tantas como deberíamos, pero caminamos gritando y cantando consignas para exigir justicia, para señalar la responsabilidad del Estado, clamamos que ellas «no morirán» y que los asesinos tendrán su merecido. Para quienes no saben, esa marcha se dedicó este año a las víctimas de feminicidio infantil. Antes de salir del monumento a la revolución nos entregaron a algunas el nombre de niñas que fueron asesinadas, para decirlos en el acto que se realizaría en el hemiciclo a Juárez.

Yo no sé si ustedes han leído sobre feminicidios, más allá de compartir una u otra nota, pero es muy difícil poder olvidar a una mujer una vez que lees sobre su vida y sobre su muerte, sobre la violencia con la que acabaron con su futuro, sobre tortura y violación, sobre dónde las encontraron, sobre sus familias, los obstáculos que les ponen para encontrar a sus asesinos… ahora agréguenle a eso el componente de que son niñas o bebés. No tengo manera de describirlo. Pero les cuento que cuando leímos esos nombres frente al altar que pusieron las compañeras, todas teníamos los ojos llenos de lágrimas, cada nombre de cada una de esas nenas era un puñal filoso que nos recuerda una realidad desgarradora: nos matan, nos matan. Nos matan. Nos apagaron un cachito de futuro cuando las mataron a ellas.

No me hacen sentido las noticias estos días. No me hace sentido que alguien decida movilizarse por mantener su estatus quo y que no levante ni la ceja cuando matan a mujeres y niñas todos los malditos días del año. Yo sí estoy de luto, desde hace años. No soy siquiera capaz de describir lo que siento a diferentes horas del día cuando leo que ya desapareció alguien más, cuando una amiga no manda un mensaje a tiempo, cuando se me mete en la cabeza que me van a jalar y no voy a ver de nuevo a mi familia y cambio mis rutas con un terror que se me cuela en cada parte del cuerpo.

Sí, estoy de luto, por todas las activistas y defensoras a las que les dejaron muy claro que no querían que sus voces se escucharan y las silenciaron con balas.

Estoy de luto cuando veo las imágenes de las madres que buscan a sus hijas (e hijos) en terrenos baldíos con la esperanza de encontrar un hueso, algo que les diga qué les pasó.

Tal vez un día pueda escribir cómo se siente cerrar los ojos y ver los nombres de las asesinadas y recordar los reportes de las autopsias, y contar contar contar cuánta sangre derramada hay en esta tierra. Aún no puedo, pero les cuento, porque sí tenemos razones para estar de luto, nomás que no son fáciles de procesar, no están perfumadas ni cuentan con el privilegio de volver a casa con el corazón entero.

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La Crítica