Feminismo

Memoria del papel de las financiadoras en la organización lesbofeminista

Por Patricia Karina Vergara Sánchez 
*Este texto fue publicado originalmente en el muro de Facebook de la autora
Compañeras de colectivas lesbofeministas, grupos y lesbianas organizadas en general,
Les cuento que me han contactado dos compañeras que trabajan con organizaciones LGBTQ. Estoy segura de que, con muy buena intención, están haciendo un mapeo sobre este tipo de organizaciones para una financiadora de “mujeres” y quieren incluir a lesbianas en este mapa. Por ello, me han pedido que les pase algunos datos de aquellas de México con las que tengo contacto.
Quiero aprovechar la oportunidad para poner algo de información y reflexión, sobre todo para las más jóvenes de qué significa que las financiadoras, la “cooperación internacional” sepan de nosotras.
Primero, plantear que en la última década han surgido en México colectividades de lesbianas y lesbofeministas que se organizan y actúan desde la radicalidad, la autonomía y la autogestión. Esto ha creado una mirada internacional de que tenemos cierto poder desde esta contrahegemonía y esto es cierto, uno de los aspectos que ha posibilitado esta potencia nuestra es que ha sido poca la injerencia de los fondos internacionales en nuestras acciones y decisiones y, por ello, no tenemos que quedar bien ni rendir cuentas a nadie.
Las lesbianas mexicanas que no participamos en la política “de la diversidad, GBTQ” dejamos de interesar esta década a las financiadoras, cuando dejamos de participar colectivamente en las demandas por matrimonio y por inclusión en el sistema. Eso estuvo bien porque nos permitió autorregularnos y posicionarnos.
¿Qué cosas son las financiadoras?
Son instituciones “filantrópicas” que desde una dirección en países privilegiados otorgan dinero a grupos o personas que se dedican a promover fines que tienen que ver con “el progreso, el desarrollo y los derechos humanos –incluido el feminismo-” de los países menos privilegiados. Hasta este punto suena muy bonito y, ciertamente, hay iniciativas que resultan muy interesantes financiadas por la cooperación internacional, como organización de pueblos originarios, saberes ancestrales, lucha por el aborto (posicionándola como cuasi único tema feminista) y otros. Sin embargo, es necesario también preguntarse y saber de dónde viene el dinero que otorgan y cuáles son las intenciones de ese otorgar.
Fundación Ford y Fundación Rockefeller son importantes fuentes de ese dinero, así como “donaciones privadas” -lo cual puede significar cualquier cosa de dónde vengan-. Es importante saber que ambas fundaciones han sido constantemente señaladas por hacer injerencia en la política de los países desde construir personajes a modo y “capacitar” activistas en los intereses que a los poderosos del mundo convienen. No quiero que sea un texto maratónico el presente, pero les invito a buscar en las redes los nombres y señalamientos de estas fundaciones, así como escribir: “cooperación internacional y colonialismo”. Habrá mucho y muy interesante material al respecto.
En fin, sobre estas amables donaciones convertidas en intervencionismo quiero mencionar como ejemplo lo ocurrido en Italia, cuando más radical estaba la lucha vegana, estas fundaciones patrocinaron a ciertos “líderes” y la lucha se centró en cuestionar a Benetton, que al final salió ganando declarando sus productos libres de experimentación animal. Lo cual pareció un final feliz, pero lo que hizo fue distraer esa radicalización hacia un frente único y capitalistamente redituable.
En lo que atañe a los sucesos históricos respecto al movimiento lésbico, me es necesario decir lo que yo vi desde el 2007 sobre su intervención en nuestro devenir.
Para 2007, la financiadora mexicana Semillas que luego sabríamos está vinculada estrechamente con Martha Lamas y con todo su proyecto neoliberal de comerciar con los cuerpos y la capacidad paridora de las mujeres, convocó a varias organizaciones lésbicas para darnos financiamiento, por muy buenas compañeras y generosas que eran. Mis compañeras y yo fuimos de las que cayeron en la trampa. Durante dos años vigilaron que cumpliéramos los proyectos que habíamos propuesto, que rindiéramos hasta el último centavo y nos dieron varias capacitaciones interesantes sobre organigrama y cómo hacer metodologías de talleres y esas cosas… Para 2010, para el Encuentro Lésbico Feminista en Guatemala ofrecieron algo sumamente generoso: ellas pagarían el boleto y estancia hacia Guatemala de una asistente de cada organización y una capacitación previa de varios días. Ahí nos enteramos de que Semillas estaba en un proyecto con otras financiadoras de Centro y Sudamérica que también llevaban un par de años “cultivando” el vínculo con las lesbianas organizadas.
Lo que es interesante decir es de que se trató “la capacitación” estando ya en Guatemala, con las compañeras organizadoras a punto de iniciar el encuentro al que habían convocado desde haber planteado la propuesta lesbiana como un posicionamiento político y no de identidad: La capacitación para la cual las financiadoras habían invertido dos años de “acercamientos”, “acompañamiento”, proyectos, vuelos desde todo el continente, traductoras, hospedajes y comidas, era una “sensibilización en el tema trans”.
Si el decidir a quién y qué se financia, ya es una toma en sí de postura política, el pretender decidir cómo deben organizarse los movimientos sociales es ya vergonzoso. Las vi hacerlo muy claramente en el 2010. Ellas (los fondos de mujeres, incluida la financiadora mexicana) decidieron de alguna manera quién deberían ser incluido en los encuentros lésbicos. Muy inocentemente podría creerse que era porque así esas funcionarias entendían la “diversidad”; pero, dada la inversión y tiempo dedicados al proyecto es que alguien les mandó que así sucediera, sin importarles los procesos de las organizaciones y colectividades.
Desde antes, pero concretamente la acción fue desde el 2007 que construyeron la línea política que les interesaba insertar en el movimiento lésbico y cómo fragmentar. No se conformaron con ello, algunas integrantes del staff de las financiadoras/fondos de mujeres participaron en el encuentro como si su palabra y presencia no tuviera un peso específico de poder desde el dinero y rostro que ellas representaban por ser las que otorgaban dinero a quienes participaban ahí. Incluso tenían el atrevimiento de intervenir para decir lo que se debería o no hacer. Falta de ética total.
Eso se tradujo en un conflicto interno terrible dentro del encuentro donde había quienes por reflexión propia y otras por la presión de las financiadoras tomaban una postura y había quienes resistíamos a la imposición del “tema trans”. Ese encuentro significó un quiebre político importante en el movimiento lésbico de la región. De tal manera que para 2012 se llevó a cabo un encuentro, casualmente muy financiado, de “diversidad sexual” y en Bolivia se llevó a cabo un encuentro Lesbofeminista muy cuestionado por esas mismas financiadoras. Fue un quiebre histórico importante del que todavía se arrastran muchos conflictos.
Volver a México después de ese des-encuentro, significó cuestionarnos un montón de cosas sobre el lugar y la forma que queríamos hacer las cosas y con quién vincularnos políticamente y para qué.
En fin, hay mucho más que contar de esta memoria, pero eso tomaría mucho tiempo y esta publicación ya se volvió muy larga.
Sólo quiero decir que qué interesante que las compañeras vayan a hacer un mapeo, que, si no es a través de mí, seguramente habrá muchas interesadas en darles la información. Sin embargo, pongo aquí mi palabra y mi memoria para insistir en la importancia de trabajar para liberarnos colectivamente en las organizaciones sociales de todo tipo de la injerencia del Estado, del Fondo Monetario Internacional y de fundaciones como Ford y Rockefeller que, con prestanombres, son las que general y finalmente ponen el dinero por el que las ONGs compiten entre sí y las que deciden a quién se les da, a quién no y por qué y para qué…dictando así en lo que ocupamos nuestros tiempos y nuestras rebeldías.
Hay un costo para las lesbianas que merece mejor reflexión que una breve narración, sólo que me urge decirles que si las financiadoras miran nuevamente hacia nosotras no es una mirada inocente.
Decirles que no se dejan deslumbrar, en décadas de este intervencionismo, la incidencia no siempre es a favor de las poblaciones y que ninguna persona u organización se ha hecho rica o se ha “encumbrado” siendo obediente a las financiadoras. Unos cuantos premios obtiene, pero nada más.
Que se haga un mapa por compañeras que hacen política LGBTQ está bien a quien le interese, pero que si tras el mapeo, si ahora o en los años venideros regresan a buscarnos con financiamientos o su llamada «cooperación», por favor, por favor, puedan ver los colmillos que acechan tras sus blancos rostros amables.

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La Crítica