Montserrat Pérez 

 

Dice el gobierno de la Ciudad de México que las mujeres que rompieron una puerta, rayaron unas paredes y le echaron brillantina a un tipo que son unas «provocadoras», que la violencia no lleva a ningún lado, que la protesta debe darse en condiciones de paz. Yo digo que son una bola de patrañas. Ese discurso de que «provocamos» es el mismo discurso de los violadores: ella me provocó, ella se lo buscó.

A nosotras se nos pide que mantengamos la calma, que no expresemos nuestro enojo y que, si lo hacemos, sea en mesas de discusión con manteles blancos y señores bien peinados que nos van a decir «es que estamos haciendo lo posible» mientras sonríen con sus dientes relucientes para las cámaras colocadas estratégicamente para captar sus mejores ángulos.

Imagen de Neri Parra tomada de Twitter

Que ya abrieron carpetas de investigación por las terribles agresiones de estas feministas violentas muy violentas, ¿y los policías violadores? ¿Ellos dónde están? ¿Están asustados? Seguramente no, porque en realidad ya los cobijaron, así como cobijaron el edificio que no siente ni piensa, pero que protegieron elementos de seguridad con sus cuerpos, esos cuerpos que jamás pondrían para defender a las mujeres.

Por otro lado, ¿cuáles condiciones de paz? En promedio matan a 9 mujeres al día, nos tenemos que cuidar de que no nos secuestren en el transporte público o que nos jalen de pronto mientras caminamos en la calle, o que nos acosen en la escuela o que nos violen o que nos maten nada más porque sí. ¿Hay condiciones de paz en un país en el que más del 90 por ciento de las agresiones sexuales no se denuncian y las que sí no consiguen justicia? ¿Hay condiciones de paz cuando  a un violador le imponen una multa de 70 pesos? ¿Hay condiciones de paz cuando se filtran los datos personales de las denunciantes?

No existen condiciones de paz. Punto. Sus discursos cómplices no eliminan todo lo que estamos viviendo en carne propia, no terminan con el horror de las desapariciones ni el dolor de las madres que buscan a sus hijas, no borran los daños de la revictimización de los ministerios públicos ni el miedo de caminar sola en la noche sin saber si vas a llegar a tu casa.

Les parece la brillantina una agresión cuando no viven todas las violencias a las que nosotras estamos expuestas porque a ellos sí los rodean para protegerlos, porque llevan escoltas y carros blindados y quienes los protegen tienen toda la posibilidad de usar armas y fuerza sin que haya represalias. A nosotras nos dicen que tengamos cuidado de no usar un gas pimienta porque podemos terminar en la cárcel o que un taser se considera un arma y que mejor no lo usemos porque podemos lastimar a alguien.

Es mucha arrogancia pretender que las mujeres no vamos a reaccionar ante todo esto. Es miedo porque ven que poco a poco nos estamos hartando de su desidia y su impunidad. Y qué bueno, porque ya es hora de que nosotras dejemos de temer. Ah, y un apunte, las acciones de las compañeras no son violencia, se llama autodefensa.

Imagen tomada de Excélsior

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La Crítica