Convocatoria

[Las mujeres ante la contingencia sanitaria] Noches de abril en cuarentena

Por Nora Murillo/Afrodescendiente guatemalteca

(En verso)

I

Tengo la luna refugiada en mi casa

Le abrazo contra mi pecho

está tan fría, tan fría

como esta noche

que agoniza sin su luz

 

Estas horas de vigilia

se tejen con hilos de nostalgia

no hay gatos haciendo el amor en los tejados

no hay fantasmas tras la puerta repitiendo mi nombre

solo una fila de acertijos sin descifrar

 

Esta noche

la luna en mi casa tirita de frío

 Le abrigo mientras canto muy bajito una de Sabina

“quien me ha robado el mes de abril” –

Nostalgia frío y silencio

señales del camino hacia la habitación vacía

 

Esta purga con su dosis de tristeza

Este abril que protesta con su noche más larga

son señales justas e inapelables

de esta vida que quiere caminar siempre

por siempre

delante de la muerte.

 

II

Mañana

será un día de puertas abiertas

para rascarle la panza a la tierra

bajo ese cielo azulado.

Romper sin miedo las distancias

Soltar los abrazos y los besos confinados

Nosotras

retomaremos la triple jornada

porque el patriarcado

sigue siendo el virus más letal

de la historia humana

Ahora

Nos toca esperar la certeza de aquel dicho:

“cuando la noche es más oscura

amanece más temprano”.

 

III

Alguna vez fuimos pájaras

retozamos libres con el viento

Bosque

humedecimos la tierra y le dimos sombra

frente a un sol ardiente

Arena

las olas nos arrastraron mar adentro

Alguna vez…

 

IV

Amanecí pájara enjaulada

con ganas de escapar a cielo abierto

y descender en una playa desierta

ahí mutar a pez

para fundirme en el azul profundo

de la mar.

 

DESESCALADA

(En prosa)

(Nota de duelo)

Nunca fue tan fácil subir a la cima donde la muerte se corona gloriosa.  La desescalada siempre es comprometida, pero es la meta más deseada en esta primavera que revienta de verdor, de flores, de aves, a pesar de esta soberbia humanidad, que debe aprender a interactuar saludablemente con su entorno y todos los seres diversos que lo habitan.

Desescalar esa montaña de enfermos y muertos. Tocar el llano con respeto y solo agradecer el final de este purgatorio. Toca luego contar las cruces, esparcir cenizas y guardar los silencios que hagan falta.  El duelo no es solo sacudir el dolor de las ausencias, es también, encontrar otras formas de caminar tras la vida.

Desescalar sí, para buscar los abrazos y caminar las calles sin control. Reconocer que los cambios son urgentes, para no estar siempre en la cuerda floja, bajo la mirada afilada de la muerte.

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La Crítica