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Las Hijas del Anáhuac: 145 años de una de las primeras publicaciones en México escrita por y para mujeres

Imagen: Scoopnest

Por Angélica Jocelyn Soto Espinosa

 

Ciudad de México, octubre 2018.-

Las mujeres mexicanas incursionaron en la prensa escrita prácticamente desde que la imprenta llegó a América Latina, en 1539, cuando Jerónima Gutiérrez se hizo cargo del negocio editorial que fundó junto con su esposo Juan Pablos.

Desde entonces, las mujeres participaron como escritoras en los periódicos y publicaciones de todas las épocas, principalmente como poetas y literatas. Ellas escribían casi exclusivamente de vida cotidiana y artes; muchas otras también escribieron sobre política, pero se vieron forzadas a utilizar seudónimos masculinos para hacerlo.

Según se tiene registro, en 1870, en Yucatán, las maestras Retina Cetina, Cristina Farfán y Gertrudis Tenorio fundaron la sociedad literaria la Siempreviva, que derivó en la primera revista escrita exclusivamente por mujeres. Duró dos años, costaba un real y contó con el apoyo gubernamental. Esta publicación, que además financió una escuela para mujeres, hizo explícito en su primer número su objetivo de contribuir a que “la mujer salga completamente de la esclavitud, de la ignorancia y entre, con paso lento, pero firme al sacrosanto templo de la verdad y la ciencia”.

Hasta tres años después, un 19 de octubre, pero de 1873, en la época porfirista, surgió Las Hijas del Anáhuac, reconocido por algunas historiadoras como el primer periódico, éste sí en todo México, que fue dirigido y escrito por mujeres para una audiencia femenina.

De acuerdo con diversos estudios que las historiadoras y comunicólogas han hecho sobre esta publicación, la mayoría de las autoras utilizaban seudónimos en lengua náhuatl, se publicaba una vez por semana y tenía un costo de 25 centavos, según el valor de la época.

Las Hijas del Anáhuac fue creado por las alumnas de la Escuela de Artes y Oficios para Mujeres, y sólo circuló durante tres meses. La mayoría de sus textos eran poemas, cuentos y narraciones, de acuerdo con lo que documentó la periodista Elvia Hernández Carballido en sus diversos estudios sobre las mujeres y la prensa en México .  

“Todavía no se puede colocar nuestro periódico en el número uno de los otros muchos que honran la prensa mexicana; pero… ¡Quizá más tarde!… ¡Tal vez en la década de nuestra vida, se recordará con placer, que unas pobres hijas de México, deseosas del progreso de tu país; no descuidaron (aún a costa de muchos sacrificios) contribuir con sus humildes líneas, para lograr la emancipación de la mujer! Quizá entonces, este periódico que es hoy un insignificante botón de la corona que ciñe la literatura de nuestra patria, forme una de sus más fragantes flores. Tal vez dentro de un tiempo, habrán otras jóvenes que siguiendo nuestro ejemplo, se lancen al difícil camino del periodismo, afrontando todas las espinas que en él se encuentran”, dicen las autoras en un ejemplar de este semanario.

“Las editoras de Las Hijas del Anáhuac buscaban la valoración de las mujeres y participaban de un concepto idealizado de lo femenino, común en la sociedad de su momento”, se analizó en el libro Voces a las mujeres. Antología del pensamiento feminista mexicano, 1873-1953, que compiló Julia Tuñón.

Sin embargo, como ningún medio lo había hecho hasta entonces, las autoras hicieron relatos “íntimos”, como ellas los describen, en los que reflexionaron sobre el sentir y la vivencia de las mujeres en su contexto.

Por ejemplo, un texto intitulado La mujer, escrito por Papatzin en el Tomo 1, No.2, del 26 de octubre, dice: “La mujer es un ser nacido para gozar; sin embargo, su corazón guarda siempre una historia de amargura: su abnegación toca a lo infinito. ¡Cuántas veces asoma a sus labios la sonrisa y su corazón vierte llanto! pero el mundo cruel no la comprende. Al mirar en su frente una guirnalda de flores, ignora que lastiman su pecho las punzantes espinas del infortunio. El mundo siempre censura la más sencilla de sus acciones, buscando un motivo para ridiculizarlas”.

Las Hijas del Anáhuac fue el inicio para que otras mujeres escribieran en los medios sobre la condición social de la población femenina desde un sentido más crítico. Por ejemplo, durante el surgimiento del movimiento obrero en la época porfiristas, varias mujeres, entre ellas Juana “La Progresista” o Julia Montero, escribieron en la publicación El Hijo del Trabajo, textos como La esclavitud de la mujer o La emancipación de la mujer.

Casi 10 años después de Las Hijas del Anáhuac, surgieron otros periódicos enfocados a audiencias femeninas, uno de ellos El Álbum de la mujer, en los que se reflexionaba “de manera radical” sobre su situación en la sociedad; no obstante, al mismo tiempo nacieron otras publicaciones para mujeres pero dirigidas por hombres (éstas sí con más de 10 años de circulación) que hicieron textos como La buena ama de casa o los Secretos del tocador.

Fue hasta 1887 cuando la mexicana Laureana Wright fundó y dirigió Las Violetas del Anáhuac, otro semanario en el que participaron ampliamente las mujeres para escribir poemas, cuentos, ensayos sobre ciencia, política, historia, religión, pedagogía y sobre la condición social de las mujeres.

Estas publicaciones especializadas continuaron hasta nuestros días, y tuvieron una participación preponderante en los diferentes procesos políticos que atravesó el país, como la Revolución Mexicana, la instauración de las instituciones, el levantamiento zapatista, y los conflictos sociales y políticos que ahora caracterizan el México contemporáneo.

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