Por Angélica Jocelyn Soto Espinosa y Montserrat Pérez
Si el agua hablara, tal vez revelaría el paradero de personas desaparecidas en sus profundidades; tal vez denunciaría a quienes les quitaron la vida; tal vez arrojaría las piezas aún faltantes para reconstruir la historia de violencia, contrainsurgencia y exigencia de verdad y justicia en México.
Esa es la apuesta de las periodistas Celia Guerrero y Mayela Sánchez, quienes crearon el “El agua hablará”, un podcast de periodismo de investigación sobre la búsqueda de personas desaparecidas en cuerpos de agua. En este podcast, el agua habla principalmente a través de las voces de mujeres buscadoras, antropólogas forenses y estas dos periodistas.
Los dos episodios que hasta ahora se han producido retratan el camino que atraviesan las familias, en especial las mujeres, que buscan a personas desaparecidas en México y Colombia, así como los esfuerzos de otras profesionistas que las acompañan. La excepcionalidad de esta búsqueda es que es en cuerpos de agua, donde no existe todavía una metodología probada para encontrar cuerpos humanos que, una vez sumergidos, cambian de lugar según se mueven las corrientes.
El primer episodio, “Todo fluye menos la búsqueda”, retrata los retos técnicos y humanos que enfrenta Josefina de León, madre de una joven desaparecida y directora de la Red de Desaparecidos de Tamaulipas, al participar en el primer operativo de búsqueda de personas que se realiza con una cámara de pozo profundo en la presa Vicente Guerrero.
En el segundo episodio, “Señales desde el sur”, la antropóloga forense Ana Carolina Guatame explica una estrategia para buscar a personas desaparecidas durante el conflicto armado en los ríos de Colombia, a partir de un modelo matemático que predice el comportamiento de los cuerpos en el agua.
Ausencia de datos: primer obstáculo y primera clave
En entrevista con La Crítica, Celia y Mayela explicaron que la idea de este podcast surgió en 2018 luego de preguntarse si en México, como se ha documentado periodísticamente en Colombia tras el conflicto armado, también habría gente desaparecida en ríos. ¿Por qué hasta ahora sólo se ha documentado la búsqueda de personas en fosas clandestinas?, se preguntaron las periodistas.
Fue entonces que emprendieron una búsqueda hemerográfica e hicieron solicitudes de información vía Transparencia para responder, pero lo único que encontraron es que no había suficiente información al respecto.
“Nos dimos cuenta que había una falta de documentación enorme, a diferencia de lo que pasa con las fosas clandestinas, donde ha habido un esfuerzo de documentación de periodistas, de organizaciones civiles, de los colectivos de familia y los medios. (En el caso de la búsqueda en fosas) ha habido documentación y registros que permiten explorar, seguir esas pistas y contabilizarlas, pero en el caso de los cuerpos de agua no está habiendo los mismos registros”, explicaron.
La ausencia de datos en el tema las hizo cuestionarse si simplemente no se había puesto atención a este tema o no había casos. Luego de intentar con distintas metodologías del periodismo de investigación (más cuantitativas), las reporteras se dieron cuenta de que tenían que regresar al punto primario del periodismo: las historias.
“Volvimos al punto inicial y ahí nos dimos cuenta que no estábamos erradas, que no era una problemática que no existiera porque sí había gente buscando en cuerpos de agua, colectivos”. Al tomar la determinación de poner en el centro las historias, las periodistas apostaron a una forma distinta de hacer periodismo de investigación. “El hecho de que en el centro pongamos una voz, una historia, es una decisión política de nosotras porque esa es la manera en la que creemos que se tiene que contar, pero eso no le quita el valor ni el transfondo de trabajo ni la seriedad en cuanto a la manera de sistematizar o de trabajar esquemáticamente”, explicaron.
Las periodistas concluyeron que la búsqueda de personas en cuerpos de agua no se ha documentado lo suficiente porque “pensar el agua como un ente de vida es mucho más común que pensarlo en relación con la muerte”.
Reflexionar sobre los símbolos y concepciones que están alrededor del agua, las llevó a determinar que contarían estas historias a través de una narrativa distinta y en una plataforma nueva para ellas: un podcast.
“En lo narrativo encontrábamos que el agua siempre está en movimiento y pensábamos ‘eso es muy sensorial’, a la mejor nos podemos ir a explorar esos ambientes sensoriales desde lo auditivo”, señalaron.
Un periodismo autogestivo y basado en alianzas
“El agua hablará” es producido por Bajo Tierra Media y Perifónicas, que son nuevos medios de comunicación independientes y dieron empuje para que el proyecto surgier. Sin embargo, las autoras no reciben un salario por él, sino que han tenido que poner de sus ahorros para hacerlo posible.
“Financiar algo así siempre es complicado, en nuestro caso porque somos las dos periodistas freelance. No tenemos ninguna de las dos un medio que nos respaldara. Cuando nos dimos cuenta de lo que queríamos hacer, el siguiente paso fue encontrar una manera de financiarlo. Lo que hicimos fue aplicar a convocatorias para dos becas de estas organizaciones que apoyan proyectos periodísticas”, relataron.
No obstante, este primer paso fue sobre todo un tropiezo que más tarde se convertiría en aprendizaje. “No necesariamente el financiamiento de las organizaciones siempre es la respuesta, porque nosotras ya teníamos cierta claridad de qué era lo que queríamos hacer; pero las organizaciones tienen cierta agenda y ciertos parámetros del tipo de trabajos que buscan, y el nuestro no se ajustaba”.
Las periodistas declinaron las convocatorias a cambio de mantener su independencia. “Aquí tenemos que probar nuestra verdadera independencia. No sólo independientes a un medio, sino también incluso a modelos o agendas de organizaciones o de formas de ver de periodistas o de editoras. A nosotras nos ha costado mucho ir construyendo y reflexionando esto que queremos hacer, en este momento no podemos claudicar o ser flexibles en una idea sólo para que nos den dinero”, observaron.
Celia y Mayela han buscado otras estrategias para seguir siendo autogestivas y continuar con el proyecto. Reciben donaciones de las y los radioescuchas y actualmente organizan una rifa de las dos ilustraciones impresas que acompañan cada uno de los episodios, así como distintos libros de reportajes que las propias autoras les donaron.
Una propuesta distinta de aproximarse a las historias
“Costaba mucho creernos que esto iba a funcionar porque para nosotras, en todo este proceso, todas las señales parecían que nos estábamos equivocando todo el tiempo, que en realidad estábamos neciando con algo que no era real, que no existía y que nosotras queríamos insistir en eso”, relataron
Sin embargo, lo que primero se observó como errores pronto serían las líneas de una metodología más ética, política, sensible, de hacer periodismo de investigación. “Cuando metimos estos proyectos a ver si ganábamos algún financiamiento, lo que yo detecté fue que justo no nos los iban a dar porque nuestra aproximación estaba siendo tan distinta a como se hace generalmente el periodismo, que nosotras mismas pensábamos que estábamos haciendo mal eso, que no estábamos haciendo exactamente periodismo”, recordaron.
“Hemos intentado romper todo, desde el punto uno de cómo se comienza a investigar, hasta lo que significa estar en conexión con una historia y al mismo tiempo producir un material, un contenido periodístico que el mercado te dice que tiene que salir ya, tiene que salir rápido, tiene que ser espectacular, tiene que llamar la atención y tener muchos retweet, like. Si no, nadie te pela y no vale tu contenido. Ha sido todo un reto romper esos esquemas”, expresaron.
En medio de la producción del primer y el segundo episodio, Mayela –que recién había abandonado un empleo formal para volcarse a este proyecto– y su familia enfermaron. “Nuestra apuesta fue el autocuidado. No nos vamos a curar, no importa si no salimos mañana o pasado mañana, no necesitamos esa presión encima, nuestra prioridad es el autocuidado, y eso es algo que no vas a ver en una redacción común y corriente; es todo lo contrario, ahí el periodismo va primero que las personas. Nosotras quisimos romper eso y nos dimos cuenta que estábamos rompiendo muchas cosas y nos teníamos que adecuar a ese nuevo paradigma que estábamos planteando de cómo hacer periodismo diferente”, explicaron.
Al ser un proyecto independiente, las periodistas avanzaron sin guía editorial, pero encontraron en el diálogo, la reflexión colectiva y la confianza completa con la otra, el norte de por dónde debían dirigir la investigación y la narrativa de cada historia. Producto de estas reflexiones, determinaron cubrir periodísticamente el tema de la violencia en México desde las víctimas y sus necesidades, sin construir en la figura del periodista a un “héroe” protagónico. Identificar que la mayoría de las víctimas de este tipo de violencia son las mujeres buscadoras fue clave.
“Como mujer periodista siempre lo he notado con las fuentes, puedes lograr una intimidad más fácil sobre todo para hablar de temas dolorosos o muy personales cuando te ven como una igual. A veces siento que los hombres de pronto son poco sensibles para la manera de abordar y luego también no hay esa intimidad que se genera y existe y ya, no hay más”, explicaron.
Otra apuesta de Mayela y Celia, que es una estrategia fundamental del periodismo feminista, fue buscar a fuentes mujeres. “Sabemos que existen expertas también de los temas, sabemos que hay voces, no necesariamente las víctimas, que son mujeres. También para sacar que solamente las víctimas sean mujeres, eso que siempre suele ocurrir en las historias. No lo hacemos de forma consciente, pero generalmente los expertos siempre son varones y las víctimas siempre son mujeres”, observaron.
Asimismo, algo distinto fue preguntar a las entrevistadas qué significa el hecho para ellas. “Es una pregunta tan simple y que muchas veces no se hace en el afán de tener un dato duro o cosas que consideramos informativas, esas cuestiones de los sentimientos, de los sentires, de la manera de reflexionar sobre una problemática tan grave que atraviesa a estas mujeres la vida entera”.
La cobertura de temas de violencia, desaparición y otros vinculados a los derechos humanos en México es riesgosa y de alto impacto para la prensa. De 2000 a 2021, ARTICLE 19 ha documentado 138 asesinatos de periodistas en México, en posible relación con su labor. Del total, 127 son hombres y 11 son mujeres.
En el caso de las mujeres, la violencia contra ellas está vinculada con su sexo y muchas agresiones son de tipo sexual o de difamación. Durante el 2020, Comunicación e Información de la Mujer AC (CIMAC) documentó 251 casos de violencia contra mujeres periodistas en México.
De acuerdo con Celia, que viajó sola hasta Tamaulipas para recoger la historia del primer episodio, para lo cual tuvo que hablar con las víctimas directas de la desaparición y subir a una lancha junto con policías que participaron en la búsqueda, el impacto es emocional y de un riesgo muy alto a la integridad física.
“En ese lugar en específico, en ese día que nos subimos a la lancha, pues sí fue fuerte. De hecho hubo una amenaza del dueño del terreno, velada, una amenaza velada que justo yo sentí como algo que me desconcertó totalmente porque ese tipo de cosas pasan todo el tiempo cuando estás en una cobertura así, pero justo vino de una persona que yo no esperaba, súper inesperado y sí te saca del centro”, relató.
El agua hablará, un puente de esperanza
El puente que liga el primer episodio y el segundo es que no sólo en México, no sólo en la época moderna y no sólo en el contexto del narcotráfico. Se ha buscado construir las herramientas técnicas, metodológicas, económicas y humanas para lograr lo que siempre se ha dicho improbable: encontrar a personas desaparecidas en los cuerpos de agua. El hambre de verdad, justicia y memoria encuentra a mujeres buscadoras con antropólogas, arqueólogos y otras figuras de México y Colombia en la construcción de estas herramientas.
“Que se siga hablando sobre la desaparición y que se siga llevando a otro nivel de discusión, a lo mejor mediante las investigaciones que pueden llegar a hacer novedosas, a lo mejor a través de narrativas distintas o formatos distintos, eso es lo que esperaría un poco, que continúe discutiendo y que no se vuelva otra historia más, porque eso es lo que sucede muy constantemente. A lo mejor este trabajo puede aportar a alguien que se replantee esa manera de abordar las historias y también de todo lo que falta por decir alrededor de esa problemática (…) yo esperaría que esto fuera una motivación para justo empezar a llenar esos vacíos”, señalaron.
Si bien la recompensa hasta ahora no ha sido económica, este proyecto periodístico les regaló crecimiento profesional y personal. “Me aventé a hacer cosas que anteriormente no había hecho y eso me ha ayudado a creer más en mis ideas, en pensar que sí se puede hacer un periodismo distinto cuando encuentras a las personas adecuada para hacerlo, cuando además se es sincero y puntual y hay un compromiso real de trabajo”, reflexionaron.
Su apuesta profesional, ahora, es terminar con la falta de información en este tema, y dejar de ser monotemáticos en la narrativa de esta problemática para observar otros espacios en los que pueden estar ocurriendo las desapariciones de personas. Puedes escuchar el «El agua hablará» dando clic aquí.