Feminismo

El Hoyo o sobre cómo el patriarcado pederasta se promociona

Por Loba Franca

Nota: Contiene Spoilers

Nos quieren hacer creer que la película El Hoyo se limita a: «Y la respuesta, que ya la dio Shakespeare hace casi 400 años, puede aplicarse perfectamente aquí: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia que no significa nada», pero no.

Trama

El nombre de la película es El Hoyo o The plataform (2019), ha sido difundida por el famoso sistema de streaming. Su director es un hombre español blanco de 46 años, habitante de europa. La trama: Una construcción con más de 250 pisos alberga en cada piso 2 personas quienes cumplen o bien una condena o un “tratamiento”, en ambos casos eligen ingresar a ese edificio.

A cada persona les permiten llevar una “cosa” y el tiempo a habitar el edificio depende de las circunstancias por las que entraron. Cada mes, cambian de piso, el nudo de la cinta es el alimento: Hay una sola “mesa” que se sirve una sola vez al día, para los más de 250 pisos. La mesa va de arriba hacia abajo llena de comida y de abajo hacia arriba vacía al terminar. Nadie puede guardar comida y no hay regla alguna de parte de la “administración” del edificio para consumir los alimentos.

En algún momento de la película, se explica que la idea de quienes diseñaron ese espacio –Centros Verticales Autogestivos (CAV)– es que en algún momento aparezca la «solidaridad espontánea». Hasta ahí la cosa, nada nuevo, absurdo quizá porque seguramente el mantenimiento de un edificio como ese debe ser carísimo: Un piso para cada dos personas, el mecanismo para introducir y sacar a cada pareja de cada piso al finalizar cada mes, la producción de alimentos y limpieza de los pisos, la cosa así, parece inviable, pero bueno, es una película.

Hay alusiones a que los de arriba no escuchan y los de abajo tampoco, es una referencia clara por un lado al sistema, por otro a la desesperanza y por otro a la idea de parecer “ajenas” a esos sitios. En algún momento dicen que existen tres tipos de personas: los de arriba, los de abajo y los que saltan. Pero no hablan de quienes administran y sobre todo quienes quieren derrumbar el edificio y el experimento que lo soporta, por oneroso, por absurdo, por necrófilo.

El patriarcado pederasta

Me quiero centrar, sin embargo, en un mensaje muy claro que envía esta película respecto al patriarcado pederasta, ya que como todo lo que producen los hombres, es una imagen fiel del patriarcado.

Dentro de las personajas, hay una mujer blanca, en sus cincuentas, que antes de ingresar “voluntariamente” había trabajado en el proceso de ingreso al CAV, dentro de las reglas que ella explica, entre otras, está que a ese centro no ingresan menores de edad. Hay también una mujer asiática, joven, que cada mes busca a su hija viajando a través de la plataforma, por lo que baja y aparentemente sube, ya ha aprendido a asesinar para sobrevivir. Sin embargo, aunque sube y baja, ni encuentra a su hija ni encuentra la forma de salir, o si la encuentra, la evita porque sigue buscando a su hija.

Hay una niña-adolescente asiática, de la que no se sabe con seguridad de su existencia, hasta bien avanzada la película, porque a) la mujer blanca niega su existencia y muchas le creemos y b) porque a la mujer joven asiática, guerrera y madre de la niña, es definida como «loca» por la mujer blanca y muchas le creemos porque se sabe, ha estado en la administración, ingenuidad la nuestra, pues ella era una simple entrevistadora, enferma y creyente del sistema, tan crédula que se hace voluntaria para hacer que aparezca la «solidaridad espontánea» en un espacio absolutamente construido para lo contrario.

Hay otras mujeres, salen brevemente, una es una esclava favorita del amo que la acompaña y del amo sistema; otras, son carne de cañon, sólo salen en la pantalla para ser asesinadas por el mesías y su profeta. Obviamente hay un protagonista, hombre, blanco, mediana edad, culto, individualista y con deseos de “mejorar” su vida (por la idea de dejar el cigarro y el título homologado que le ofrecen al participar). Este es el actual perfil pederasta, según la trama, no tienen algún tipo de entrenamiento y sólo ingresó con la motivación de mejorar aspectos individuales para sí.

Él es quien “salva” a la niña, ¿cómo la salva? ¿derrumba el edificio? no, de ninguna manera siquiera se le ocurre. Lo que busca es negociar con la administración, demostrarles que son posibles y viables los CVA. Convierte a la niña “en el mensaje”, pero más que en el mensaje, en la moneda de cambio para que lo dejen existir; para que sigan existiendo los CVA. Es horroroso ver como el mismo perfil eurocéntrico,se muestra cínicamente como el pederasta actual, así, impunemente.

Él no va a rescatar a la niña, como si lo intenta la mujer madre asiática joven, él no niega la existencia de la niña, como si lo hace la mujer blanca y creyente del sistema. Él intenta salvarse a sí mismo y “reconoce” en la niña el mensaje para lograrlo, aunque supuestamente se sacrifica a sí mismo cuando se baja de la plataforma; en realidad, está salvando, con esa acción, un modelo de vida definido: el modelo de vida patriarcal pederasta, este modelo de sociedad y de hombres, que usan a las niñas para su placer, para su beneficio, porque pueden.

Obviamente el protagonista presta oídos a los viejos que habitan con anterioridad el edificio. Y él como buen hércules, encuentra a su Yolao, negro, fuerte, con esperanzas de llegar al arriba para salir del hoyo. En ese esquema hay un borramiento de clases sociales y sexuales, como resulta ser en la mirada neoliberal. Y también hay un planteamiento mesiánico desde el inicio, pero que se nota sobre todo al final: Pudiendo haber estado la niña en cualquiera de la los pisos, justo en el momento en que el protagonista se atreve a seguir su camino mesiánico, en esa distopía, ella está hasta abajo, parece inocente el asunto, una licencia cinematográfica, pero en el patriarcado nada lo es.

Están señalando a las niñas y jóvenes más pobres, a las que están, desarraigadas de la tierra en los sótanos de la humanidad y a quienes habitan con esa edad, en los pueblos originarios. Van tras las niñas del abajo para “negociar con el arriba” las migajas que el arriba quiera soltar a los hombres de los distintos abajos.

Los hombres nos están entregando y se están ensañando con las niñas y jóvenes. No hay metáfora, el mensaje es directo y concreto: los hombres están usando a las niñas como moneda de cambio en su beneficio, todo el tiempo y para todo. Para eso, tienen que asegurarse que las niñas y jóvenes, los amen o les teman, o como es en el caso del atrapamiento psicológico: los amen y les teman a la par. Pero sobre todo, tienen que asegurarse de que sean a ellos a quienes las niñas y jóvenes les tengan confianza o que al menos los vean como su única alternativa posible.

Eso es justamente lo que plantea la película si se mira desde donde yo la miro: el cinismo del patriarcado pederasta, nos deja ver su propósito claro porque se supone impune. En la película es clara la alusión a ello. Pero nosotras, que habitamos la realidad, sabemos que ni son impunes, ni atemporales; y que así como tuvieron un principio, tienen ya un fin y así como nosotras hemos resistido, lo seguiremos haciendo, seguíremos encontrándonos, aunque nos tachen de locas, de absurdas; aunque nadie nos crea, como dice Karina Vergara Sánchez a(R)mándonos.

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La Crítica