Feminismo

Puntos para esbozar un periodismo feminista II: La imagen

Por Montserrat Pérez

En la primera entrega sobre puntos para esbozar un periodismo feminista, escribía someramente sobre qué es necesario para generar contenidos que pudieran denominarse o acercarse al feminismo. Conforme pasa el tiempo considero necesario volver a la reflexión alrededor de un tema específico: las imágenes. 

¿Cómo elegimos como periodistas o como editoras las imágenes que usaremos para acompañar los contenidos? ¿Cuáles pueden ser algunos lineamientos para hacer uso de la imagen en los medios de comunicación feminista? Estos son algunos puntos que considero necesarios:

  1. Preguntarnos para qué queremos la imagen: puede parecer una pregunta obvia, pero no siempre tenemos que usar una gran cantidad de imágenes que acompañen un texto. ¿Para qué la necesito? ¿Para ilustrar? ¿Para mostrar algo específico del hecho? ¿Para denunciar? ¿Para hacer menos cansada la lectura? 
  2. Usar sólo imágenes tomadas por mujeres: se pueden preguntar por qué y la respuesta viene por dos caminos. El primero es porque es un ejercicio de visibilización del trabajo que están haciendo las compañeras fotógrafas, específicamente las fotógrafas feministas. El segundo es porque, si hablamos de asuntos de mujeres, necesitamos la mirada de las mujeres.
  3. Preguntarnos cómo podría interpretarse la imagen: incluso cuando las interpretaciones tienen un componente individual, sería ingenuo pensar que las imágenes no tienen una carga de significado compartido, si no fuera así, ni tendría caso usarlas. Como ejemplo está el caso, no solamente desafortunado, sino directamente violento de José Antonio Peña Merino (Pepe Merino), titular de la Agencia Digital de Innovación Pública, quien compartió una imagen de una muñeca bañada en sangre en Twitter, pocos después del feminicidio de Ingrid Escamilla y de todo lo que implicó a nivel de imágenes. Su justificación es que no le pasó por la cabeza el contexto. Si es así, significa que no tiene una capacidad de análisis suficiente como para estar en un cargo público que requiere sí o sí poder tener en mente el contexto. En fin, es un ejemplo evidente de interpretación de las imágenes y el desarrollo de sensibilidad de nosotras como periodistas o editoras, pero también como sujetas que se informan o buscan informarse. 
  4. ¿Puede vulnerar la seguridad de alguna mujer? Si la respuesta es «no lo sé», lo mejor es no usarla. Si dudamos, es por algo. Lo mejor en estos casos es preguntar o asesorarnos, también, por ejemplo, si estamos trabajando un tema de denuncia con la denunciante, revisar con ella cuáles pueden ser puntos de vulnerabilidad, si dicha imagen expone algún dato de su vida personal o que entorpezca sus procesos legales, lo mejor es no usarla, buscar otra imagen y ya. 
  5. Reflexionar sobre si la imagen puede ser estigmatizante o revictimizante. Pienso que el ejemplo más claro son todos estos reportajes sobre obesidad en los que toman video o fotografías de personas gordas (usualmente mujeres) y se exponen al público de forma que atenta contra la dignidad, pues usualmente se habla de estos cuerpos como enfermos y «malos», como una advertencia de lo que no se debe ser. Podemos pensar en otro tipo de situaciones en las cuales los medios de comunicación usan las imágenes así: reportajes sobre adicciones, sobre mujeres prostituidas, mujeres en privación de la libertad o para exponer «la pobreza». 
  6. Cuestionar los mandatos de belleza: recuerdo perfectamente la visita a un diario muy famoso y con mucho prestigio cuando estaba en la universidad y una especie de decálogo que tenían pegado en una puerta sobre el tipo de imágenes que debían usar. Entre algunos de los puntos estaban los siguientes: «Flaco antes que gordo», «Blanco antes que moreno», «Alto antes que bajo», «Joven antes que viejo». No recuerdo los demás, pero iban en el mismo tenor. ¡Vaya línea editorial! Pero creo que es una práctica generalizada, porque vivimos en un mundo misógino, gordafóbico, racista, clasista, capacitista y demás. Sin embargo, si pretendemos generar un periodismo feminista, no hay cabida. Al contrario, explorar las posibilidades de la representación de las mujeres es también un ejercicio necesario: ¿cómo somos, cómo nos sentimos, cómo nos vemos sonriendo, enojadas, tristes, jóvenes, adultas mayores? La «belleza» no debería ser un criterio. 
  7. No dejarnos llevar por la inmediatez: con el uso de redes sociales, las usuarias de Internet tienen la posibilidad de recibir información casi de manera inmediata. Sin embargo, aquí cabe preguntarnos, ¿lo importante es sacar algo ahora mismo o puedo esperar? ¿Qué tanto se pierde con la espera? ¿Qué tanto se puede nutrir el tema o la noticia si esperamos? Algunos de los argumentos de medios que deciden compartir imágenes de violencia se encuentran en la inmediatez y en la necesidad de llevar la información a los ojos del público con la mayor velocidad posible, también en pos de la «objetividad» y que la gente se haga de su propia opinión, pero me parece que argumentar refleja también un trabajo poco cuidadoso y no tanto informativo, sino con miras al espectáculo. 

La labor periodística feminista asume su responsabilidad con las mujeres, con su dignidad y entiende que las imágenes se han usado sistemáticamente en detrimento de nosotras, ya sea a través de la hipersexualización o de la pornografía de la violencia, por ejemplo. Como medios de comunicación debemos asumir una postura ética frente a un sistema feminicida y misógino en el cual la cultura, el entretenimiento y la información juegan un papel vital. 

One thought on “Puntos para esbozar un periodismo feminista II: La imagen

  1. Gracias por el texto, me ha dejado mucho qué pensar respecto a mi forma de ejercer sesudamente el periodismo, y romper con el Canon que hasta la fecha se ha impuesto en nuestra formación tanto académica como profesional. Deseo refuerzos para escribir un periodismo feminista y tu trabajo me parece ejemplar, Monstserrat.

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