Por Montserrat Pérez

 

La noticia del día es otro feminicidio, un feminicidio lleno de brutalidad y de horror. A Ingrid Escamilla la mataron con una violencia indescriptible. Sin embargo, la noticia no fue solamente su muerte, sino que su cuerpo fue exhibido en esos periódicos de nota roja con un titular burlón que no voy a repetir aquí y en internet de manera casi viral. 

¿Les digo algo? No entiendo. No entiendo, como una mujer que ha sido editora durante ya algunos años, cómo es que alguien tiene el corazón y el estómago para tomar una fotografía así, luego inventar un titular horrible, editar la nota, e imprimirla. ¿Qué tienen dentro? 

Les voy a contar un poco del proceso para sacar una nota, al menos el proceso que hemos generado mis compañeras y yo, para que vean que no es una decisión del momento, no es un mal juicio momentáneo. 

Lo primero es que llega una información, la cual se considera noticiosa, ya sea porque una fuente la proporciona, porque el o la reportera consiguieron la información o porque se estaba buscando por parte del medio y se asigna. 

Una vez que se sabe que es algo noticioso, el o la reportera lo trabajan, le dan el ángulo, consiguen más información aún y posteriormente llega a el o la editora, quien revisa que el texto siga las normas de estilo, pero también que se relacione con la línea editorial del medio. Se genera la cabeza o el título y se publica. ¿Cuántos pasos son antes de que llegue a los ojos del público? 

El que un editor, un reportero y un medio decidan que mostrar cuerpos destrozados con títulos «chistoretes» es lo que les da de comer eso habla tanto de ellos, como de quienes compran eso, lo consumen cotidianamente y lo sostienen. En este caso, son hombres. Lo puedo afirmar sin la menor duda. 

Cuando las mujeres en el periodismo cuestionamos el uso de las imágenes que reproducen la violencia hacia nosotras, lo hacemos porque sabemos que hay de fondo algo más que presentar una nota, una información, detrás está todo un sistema para el cual somos completamente prescindibles. 

Para nosotras significa una advertencia en un contexto en el que sabemos que podemos ser las siguientes. Así que cuando pasan casos como éste, tan escalofriantes, no comprendo cuál es el verdadero objetivo de estos hombres: dejárnoslo claro y sin duda, ¿es una amenaza? Porque así se siente. 

Ingrid y todas las mujeres asesinadas son más que un cuerpo. Son mujeres que tenían sueños, que pensaban, que tenían planes. No merecen, no merecemos ser exhibidas con lujo de burla, con malicia. No merecemos tanta violencia. Esto va más allá de la locura o la maldad (como quieren pintar los asesinatos de mujeres), es el disfrute por parte de una parte de la población de la violencia exacerbada hacia nosotras. De ahí que haya un mercado. No sólo nos odian, disfrutan odiarnos. 

Ingrid, te recordamos, honramos tu vida y no olvidaremos. Te prometemos memoria. Una memoria digna. 

Imagen tomada de Twitter

 

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La Crítica