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MP de Neza obstaculiza justicia para madre que recuperó a su hija

Por Angélica Jocelyn Soto Espinosa

Ciudad de México 4 may 18

Este es el relato de Araceli, una madre cuya rabia, desesperación y coraje por la inacción de las autoridades la llevó a recuperar por sus propias manos a su hija Karina, de 12 años de edad, quien fue raptada por un hombre 16 años mayor.

Esto sucedió en Nezahualcóyotl, uno de los 11 municipios del Estado de México donde las autoridades se vieron obligadas a declarar desde 2015 la Alerta de Violencia de Género (AVG) y con ello reconocer su incapacidad de hacer frente a la desaparición y el asesinato de mujeres. Sin embargo, este caso demuestra que con todo y Alerta la situación no cambia, ya que –además de lo que relata Araceli- según el Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas, en los primeros tres meses del 2018 solamente en Neza ya se reportaron 6 niñas como desaparecidas.

A pesar del gran esfuerzo de Araceli y su esposo Antonio por recuperar a su hija, la autoridad judicial de este municipio -que no contribuyó en nada al rescate de la niña- ahora retrasa y obstaculiza el proceso por el que se recogerían las pruebas para enjuiciar al agresor, que también fue capturado por la propia madre.

La búsqueda

Araceli nunca sospechó que Joel Cristian Barbosa, el hombre a quien dio trabajo en un mototaxi, vecino de la colonia, amigo de su hijo y de la familia, sería la persona que cambiaría el rumbo de su vida y la de su hija, una niña de 12 años de edad que hasta hace un mes estudiaba el primer año de secundaria.

Tampoco sospechó que desde hace más de dos años, Joel manipulaba a su hija a través del enamoramiento para abusar de ella. La duda se sembró apenas, cuando hace algunas semanas su esposo descubrió de lejos que el hombre, de 28 años de edad, besaba a la niña.

Joel habló con la madre para convencerla de que la acusación era falsa y que además ya estaba por irse de la colonia para trabajar en otro estado. Araceli le advirtió que aquello era un delito y que ella no dudaría en denunciarlo. También le pidió que se fuera y se alejara de sus vidas para siempre.

Cuál fue la sorpresa de la madre al descubrir que Joel sí se fue, pero se llevó consigo a Karina. El lunes 9 de abril, Araceli llamó desde su trabajo a su hija, pero ésta no le contestó. Quedó confiada en que Antonio estaba con ella. Sin embargo, lo que Araceli no sabía es que su esposo, que vende elotes afuera de su casa, fue a dejar un pedido a otro lugar. En ese momento, Joel aprovechó para llevarse a Karina, quien alcanzó a dejar una carta en la mesa: “mamá, perdóname por hacer esto”.

Una vez que se percataron de la desaparición, Araceli y Antonio se movilizaron para buscar a su hija con vecinas, amigas y familiares de Joel. Nadie, ni la mamá ni el papá del agresor, les dieron respuesta. La búsqueda se prolongó hasta la media noche.

Al día siguiente, acudieron al Ministerio Público que está en el Palacio Municipal de Nezahualcóyotl para dar aviso de la desaparición de Karina. Ahí les dijeron que debían ir a una Agencia del MP que está en la Colonia La Perla, a varios kilómetros de distancia.

Finalmente, la Fiscalía General de Justicia del Edomex abrió una carpeta de investigación hasta el jueves 12 de abril. Entonces empezó otra violencia: las autoridades no les informaban sobre las acciones de investigación para encontrar a Karina, no cumplían los plazos de las diligencias, no llevaban a cabo las visitas y acciones que prometían, pedían al papá de la niña que llevara y trajera oficios, e ignoraban la información que la familia les aportaba.

Incluso un policía encargado de la investigación le pidió a Araceli que buscara los medios para hablar con Joel y que ella lo debía traer de regreso. “Cómo me pueden pedir eso, cómo voy a contener lo que siento“, pensó entonces la madre.

En el MP de La Perla les hicieron esperar, luego les dijeron que tenía que dejar pasar un plazo indeterminado de horas para iniciar la búsqueda, y finalmente les dijeron que ese MP no tenía competencia en el caso y que debían regresar al Palacio. Para entonces ya pasaban de las tres de la tarde, y las autoridades les negaron la atención y les pidieron que regresaran al otro día.

Todo este actuar de las instituciones es violatorio del Protocolo Alba, que el gobierno mexiquense adoptó en marzo de 2017 para hacer diligentes las investigaciones por desaparición de niñas, niños y adolescentes. De hecho, lo que marca el protocolo es que las autoridades del MP actúen en las primeras 24 horas. Que hagan búsquedas con patrullas, revisen videos y recojan todo tipo de prueba. En los días siguientes, las autoridades deben reforzar las medidas de búsqueda y solicitar la vigilancia y cierre de vías de tránsito, además de que deben prestar atención a las familias las 24 horas de los 365 días del año, como dice el documento.

La familia consiguió que la Fiscalía realizara una cédula de búsqueda que ella y su esposo difundieron en redes sociales y pegaron en la calle. A la par, la madre y el padre de Karina siguieron buscando por su cuenta, preguntaban recurrentemente a la gente, iban a las direcciones y llamaban a todos los números telefónicos que les daban con tal de encontrar cualquier pista sobre la ubicación de la niña.

Al darse cuenta de que las autoridades realmente no se ocuparían del caso y que, como le hizo ver el policía, dejarían que la búsqueda de su hija recayera en ella, Araceli se hizo cargo. “Voy a encontrar a mi hija, no me importa el tiempo que pase. La voy a encontrar viva”, pensó la madre.

Ella llamaba y escribía todos los días al teléfono de Joel. Todo en vano, hasta que un día finalmente contestó: “Sí tengo a su hija pero no se la voy a regresar. Ya no se tome la molestia de seguirla buscando”.

En otros mensajes, Joel le dijo que se iría trabajar a un pueblo a Oaxaca y que allá se llevaría a Karla. También le dijo que la niña estaba embarazada, pero le envió una foto de un ultrasonido falso de un feto de casi 9 meses de gestación.

Con la desesperación encima, la mujer ideó un plan y le hizo creer a Joel que ella ya había aceptado la situación y que sólo estaba preocupada por su hija. Así consiguió hablar con Karina, a quien notó manipulada. “Yo conozco a mi hija y él ya la había manipulado para que dijera que quería estar con él y que estaba embarazada”, dijo Araceli.

Así, la mujer llamaba todos los días y hablaba hasta por una hora con Joel y con su hija. También les convenció de que regresaran: “Joel, si no regresas a Karina vas a complicar las cosas y no vas a poder andar libre. Si te la llevas va a ser peor y te van a meter a la cárcel”, le dijo Araceli a fin de convencerlo.

Joel le pidió a la mujer que se desistiera de la acusación en su contra. Araceli le dijo que no había tal denuncia, que sólo era el reporte de desaparición de Karina. Para convencerlo, le pidió a sus conocidas y conocidos que quitaran de las redes sociales la ficha de búsqueda de su hija. A la niña le dijo que lo único que quería era cuidarla por lo de su embarazo. Se ganó la confianza de ambos.

El raptor aceptó regresar pero pidió mil 500 pesos para pagar los pasajes. Aracely dudó: “Era jugársela porque con ese mismo dinero se podía llevar a mi hija más lejos”. Entonces decidió “dar largas”, y luego proponerle que ella misma recogería a la niña hasta donde estaban, pero él se negó.

Araceli quería principalmente ver a su hija de regreso, pero también quería justicia. Por eso convenció a Joel de que viniera con Karina y se presentara ante el Ministerio Público a fin de que –como le hizo creer- la autoridad dejara de buscarlo por desaparición de menores.

Luego de casi un mes de no estar con su hija, Araceli consiguió ayer volver a verla con vida, como se lo propuso. “Me dijo el miércoles que se venían en el camión de la mañana del jueves porque estaba lloviendo. Al día siguiente le marqué, me dijo que ya venían pero no escuché mucho ruido, eso me dio desconfianza. Fueron varias horas de mucha incertidumbre”, declaró.

Araceli fue a la Fiscalía Regional de Neza para solicitar apoyo para capturar a Joel, pero ahí le dijeron –como en otros momentos durante la búsqueda- que no podían hacer nada porque ya era Ciudad de México. Luego le dieron un oficio y le dijeron que con él ya podía solicitar a la policía capitalina que la apoyara con patrullas. La policía de la Ciudad de México también se negó a dar el servicio que pedía la madre.

Entonces Araceli y Antonio “se la jugaron”, como ella dice. Fueron juntos a una parada de autobús que está en los límites del Edomex y la Ciudad, recogieron a la niña y a Joel y les dijeron que se irían a su casa; sin embargo, ya en el taxi Antonio pidió que fueran directo al MP.

Una vez en el MP, a donde Joel llegó por su propio pie, las autoridades no actuaron con la misma diligencia que Araceli. Por el contrario, de acuerdo con la madre, Héctor Belanova, agente de investigación de la Fiscalía –quien estaba a cargo del caso- habló a solas con Karina y le advirtió que si permitía que le hicieran revisiones médicas encarcelarían a Joel, lo que evitó que la niña se dejara revisar durante las primeras horas. Además, el funcionario siempre se dirigió a Antonio y nunca a la madre de Karina. Pese al estado emocional en el que se encontraba la niña, la atención psicológica se le prestó hasta el otro día y fue hasta la mañana de hoy que Belanova abandonó su lugar de trabajo y llegó una psicóloga y una abogada para apurar las investigaciones.

Por todo esto, “Nos queremos vivas Neza”- una colectiva de habitantes del municipio que se conformó luego del asesinato y violación en junio de 2017 de Valería, una niña de 11 años que tomó una combi en Neza para atajarse de la lluvia- se manifestó en apoyo a la familia con consignas y pancartas afuera del MP para que éste garantice certeza sobre el castigo que dará al agresor.

La abogada y la psicóloga que atienden por ahora a la familia le hicieron ver a Antonia que el tiempo que pasó después de que llevaron a Joel era crucial para el caso, por lo que ahora “trabajan contra reloj” ya que el raptor quedará en libertad en no más de 48 horas. Durante las horas que restan se deben recabar todas las pruebas para acusar al agresor de “privación de la libertad” y, depende de lo que digan los exámenes médicos, “abuso sexual” contra la menor.

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La Crítica