Entrevista

[Entrevista] Desde hace mucho quiero escribir sobre ella

Pintura de Margaret Keane, pintora favorita de Rosa, 1962

Por Rosa Martha Cruz López

Desde hace mucho quiero escribir sobre ella, pero por una u otra mujer no lo hacía y es que me he dado cuenta que desde hace algunos años existen varias mujeres que admiro en mi vida, hasta tengo una lista, a la cual se siguen sumando muchas, pero ella que está tan cerca…  Así que aprovecho que leo el reto de Montse y lo tomo: escribir de alguna mujer, desde ella.

Su nombre completo Rosa Martha López Castro, tuvo que quitarse el Martha, es lo malo de que todas las personas te llamen sólo Rosa y tú te quedes con esa idea. Firmó muchos papeles sólo con el primer nombre, ¿el problema? Legalmente Rosa Martha es una persona y Rosa otra, según su madre le contó, le dieron el nombre de Rosa, porque una de sus abuelitas se llamaba Rosalía, del Martha no tiene idea.

Nació el viernes 17 de febrero de 1961, en la ciudad monstrua, parece ser que en la San Rafael. Si se le pregunta sobre su infancia, de los primeros años, vagamente pensará en la cocina donde dormía con su mamá y sus hermanas, nunca faltará el recuerdo de los años en los internados, sus hermanas, la tristeza y el quedarse llorando al ver como se iba su mamá, los golpes de algunas de las monjas cabronas al no aprender las lecciones en la escuela y lavar trastes. Otro recuerdo: estar con su madrina Goyita y el changuito que tenía de mascota en su casa de la San Rafael y de cuando la subía a una silla a declamar: “Pajarillo, pajarillo que estás en tu nidito, a quién le cantas…». Su madrina Goyita es una de las mujeres que estaba en su entorno cuando niña, trabajó de secretaria en gobernación “toda su vida”.

Las monjas fueron otras mujeres con las que tuvo que convivir, la madre María Luisa fue su dolor de cabeza en segundo y tercero de primaria, pero literal fue su dolor, pero de espalda porque ahí era donde le pegaba la madre con un palo de escoba. Por su parte con la madre superiora no tenían contacto, sólo recuerda que, piensa ella, cuando estaba de buenas la madre pegaba con su gran anillo en la ventana de su cuarto y desde ahí les aventaba dulces, no siempre alcanzaba, pero le gustaba que hiciera eso.

También tiene presente a la hermana Amaparito quien las regañaba y les decía que no sabían lavar sus calzones, pero sí estaban de locas cuando los niños iban a buscar a algunas de sus compañeras más grandes en la escuela, claro está a los niños no les decían nada, puesto que ellas eran las provocadoras, también dice que les gritaba: “Las voy a sacar del moco”, qué risa les daba.

Otras mujeres, de las que no tiene un rostro en su memoria, pero sí las tiene presentes son las “Señoritas Isabelinas”, mujeres adineradas que se dedicaban ayudar a “la gente humilde” como ella y su familia, gracias a ellas de hecho fue que Rosa y sus hermanas entraron a los internados.

Algunas de las cosas buenas del internado fue hacer amigas, nos cuenta Rosita, que aunque se llevaba con todas las niñas, tenía a sus mejores amigas, como Elena Torres García, Gloría y Beatriz, con ella jugaba al avión, cuerda, al “cojito”.

Cuando era niña siempre tuvo la inquietud de que cuando fuera grande pudiera ayudar a las personas más necesitadas, darles de comer, dice, «sin saber que yo era parte de esas personas necesitadas». Ahora, a su modo y sin saberlo, es a lo que se dedica, ayuda a las personas más necesitadas.

Cuando cumplió 12 años, justo cuando iba de salida del internado su hermana Irma, las sacaron a ella y a su hermana Maru. Fue cuando pudo por fin estar con su mamá.

Aunque quise que se centrara en las situaciones que sólo le atañen a ella como Rosa en su adolescencia y juventud, fue casi imposible porque de inmediato salió la decisión de salirse de su casa, ante el obsesivo control y maltrato de su madre para que no les pasara nada a ella y a sus hermanas. Sus trece años fue la edad decisiva y, aunque hubo mucho maltrato, no perdió la alegría. Siempre estuvieron sus hermanas y las amigas, ellas no pueden fallar. Esta vez era Silvia, quién le enseño a hacer pepitas, palomitas, con la que pasaba las tardes bailando, jugando «futbol» y «boli».

Me puedo dar cuenta por las charlas con mi abuela (su madre) y con sus hermanas (mis tías) que tienen bien claro que para “salir adelante” es muy importante trabajar, “ganarse el taco” como dice mi abuelita y no sólo hacer las cosas por hacerlas, sino que las tienes que hacer muy bien, es por eso que pareciera que Doña Ro, no sabe hacer otra cosa, como tomar descansos o simplemente no ocupar su tiempo en nada, siempre tiene que estar haciendo algo, posiblemente también por eso ahora no tenga pasatiempos como antes, que le gustaba la costura, el bordado o tejer.

Le pregunto a Rosa si hay alguna mujer a la que admire y me sorprende, responde con otra pregunta: ¿De adentro o de afuera? Indago un poco más y sé a qué se refiere. De las mujeres «de afuera» admira a la pintora nacida Margaret Doris Hawkins y luego llevó el nombre de Margaret Keane o Margaret Ulbrich,  («Ojos Grandes») y que  supo luchar por lo que era ella, a pesar de la situación de sumisión que vivió.

«De adentro» se refiere a su Mami porque siempre ha trabajado mucho y su hermana “La Güera”, que supo cómo vender comida para poder salir adelante. He de confesar y me cuesta mucho trabajo escribirlo, que me dijo que tiene a otra mujer que admira, sólo que en ese momento yo ya estaba llorando de emoción al sentirla tan cerca, tan ella, que no escuché quién era, sólo que vamos a estar juntas, lo siento.

Actualmente Rosa se siente bien, sólo pide que “Dios nuestro señor” le dé permiso para disfrutar su casa, que esté tranquila. Hace algunas cosas que la hacen feliz como pasear por el Centro de la ciudad (su lugar favorito) o  comer algunos de sus platillos predilectos como los camarones y el sushi. ¡Qué decir de los “Yonics”, los “Solitarios” o los “Babys”! La música “de antaño” como ella dice, que la ha acompañado.

Para cerrar esta entrevista, le pregunto si tiene algún consejo para las niñas o mujeres a lo que Rosa responde… “Siempre te lo he dicho: fórjate metas para salir adelante y ya que lograste una, ponte otra y otra«, sigo con los ojos grandes llenos de lágrimas.

«Mother and Child», pintura de Margaret Ulbrich, pintora favorita de rosa

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La Crítica