Feminismo

Sé valiente, no la olvides, mamá volverá por ti [Las voces de las niñas y los niños sobrevivientes a violencia vicaria]

Tercera entrega

Por Patricia Karina Vergara Sánchez

Han pasado 23 años desde que Fanny fue sustraída unos meses por su progenitor y aún recuerda, aún hay secuelas. Los padres sustractores que retienen a niños y niñas, a veces por años, están dejando una huella imborrable en las jóvenes psiques. En tanto, la labor que realizan las madres para defender y recuperar a sus menores es muy desigual, pues los hombres y las mujeres no estamos en el mismo lugar de poder en las sociedades actuales, no tenemos el mismo acceso socioeconómico y político. Por lo tanto, no estamos en igualdad de condiciones ante la ley.

Sin reconocimiento de esta injusticia social hacia las mujeres, a las dificultades que enfrentan cuando están ante un violentador vicario, el Estado, las comisiones de derechos humanos, toda institución, toda familia y cada persona que participa de estos hechos, están colaborando con los padres que ejercen violencia vicaria, es decir, son cómplices de tortura psicológica –y física, muchas veces.

Si la imaginación no les alcanza para comprender lo que es, entonces escuchen a niños y niñas quienes han sobrevivido a la violencia vicaria y pudieron crecer para hablar, estas son las palabras de Fanny.

FANNY

Soy Fanny. Tengo 27 años, estudié hasta la preparatoria, me gusta la música y estar en casa la mayor parte del tiempo. He vivido violencia vicaria al ser sustraída por mi progenitor, junto con mis hermanas, a la edad de 4 años.

Yo era muy pequeña, mi hermana menor tenía 6 meses de edad y la mayor 10 años. No entendía qué pasaba, pues nos sacó con engaños, diciendo que mamá estaría en otro lugar esperándonos. Nos llevó a un lugar lejos y no recuerdo que comiéramos o que nos procurara.

Sólo nos dejó ahí, poniendo a mi hermana mayor a cargo de mí y de una beba. Yo no entendía, Escuchaba muchas cosas sobre que mamá era mala, pero yo sabía que no era así. Extrañaba a mi mamá, pero no nos dejaban verla.

Tres meses permanecimos retenidas. Tras una lucha muy dura de mi madre, las 3 estuvimos de nuevo con mamá en casa de mis abuelos maternos que nos dieron refugio. A partir de ese momento, aprendí a no confiar en nadie. Hasta que nos mudamos de casa, nunca pudimos salir solas a ningún lado, mi mamá tenía miedo de que nos robara de nuevo. Afortunadamente, nunca pasó. Han transcurrido 23 años y no lo volvimos a ver. Aprendí a cuidarme, aprendí a desconfiar constantemente. Sé que ninguna de nosotras debió haber vivido esto, que ese sujeto, de no haber actuado así, pudo evitarnos mucho dolor y muchas secuelas que tenemos todas.

La violencia que ejerció ha dejado consecuencias emocionales y carencias de todo tipo. Sé que el actuar de los hombres puede llegar a hacer mucho daño (si quisieran, podrían ahorrar mucho sufrimiento siendo conscientes y responsables).

Ya soy una adulta, ya puedo cuidarme y sé que sobrevivimos y que seguimos juntas a pesar de todo lo que tuvimos que vivir. El estar lejos de mamá ha sido una de las cosas que más me marcaron. Sigo recordando, a pesar de ser tan pequeña cuando ocurrió. La justicia no existe en este país. No es verdad que nos prioricen como mujeres, al contrario.

A todas las madres que buscan a sus hijos quisiera decirles que esperen justicia, pero eso no pasará, en este país no existe. Sólo luchen, sean fuertes y no dejen de buscar. Los niños y niñas no entienden qué pasa:

No te des por vencida, mueve al mundo, rompe, grita, exige. No te lastimes, cuídate, pero no te des por vencida. Sé que ese padre sustractor no quiere a las crías, él quiere lastimarte, demostrarte que él puede, pero tú amas.

Como niña que fue sustraída, puedo decirles a los pequeños y pequeñas (ojalá lo pudieran leer):

Mamá no te abandonó, mamá no está mejor sin ti, mamá te busca todos los días. Mamá nunca te dejaría. Sé valiente, no la olvides, mamá volverá por ti.

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La Crítica