Cultura

[Reseña] Guerrilleras en la memoria

Imagen tomada de Fundación Euroárabe

Por Angélica Jocelyn Soto Espinosa

 

“Era viernes 28 de enero de 1972. Tocaron a la puerta y Magdalena se dispuso a abrir, antes se secó las lágrimas de sus ojos. Había llorado porque minutos antes sus dos hijos mayores, Pablo y Luz, habían salido apresuradamente de la casa y no sabía si regresarían. Luz le había dejado encargada a su hija recién nacida para que la cuidara. Oyó que tenían que esconderse porque la policía los podía detener, quizá salieran de la ciudad. Sabía que en Chihuahua habían matado a algunos de sus compañeros, que otros estaban desaparecidos y que a muchos los habían capturado los agentes. Unos días antes su hija y su yerno también habían dejado el departamento donde vivían. Fueron en busca de un lugar más seguro”.

Éste es un fragmento de los testimonios que María de la Luz Aguilar Terrés, luchadora social desde 1968 y ahora profesora, compiló en el libro “Guerrilleras. Antología de testimonios y textos sobre la participación de las mujeres en los movimientos armados socialistas en México, segunda mitad del siglo XX”, y que se puede adquirir en la librería de La Jornada y en el Museo Casa de la Memoria Indómita.

El texto recoge testimonios, fotografías, escritos, reflexiones y análisis históricos que decenas de familiares, estudiantes, ex guerrilleras y luchadoras sociales ofrecieron en diferentes encuentros para recuperar en la memoria histórica la participación de las mujeres en la lucha armada de los años 70.

Este pasaje de la historia de México, reminiscencia del movimiento estudiantil de 1968 –y que este año conmemora su primer lustro-, se caracterizó por un movimiento organizado y armado que emprendieron diferentes sectores sociales para subvertir un sistema de pobreza y desigualdad, pero que se enfrentó –en su expresión más atroz- a la represión y la violencia de las fuerzas castrenses.

Una de las apuestas de este libro es colocar en la memoria colectiva el hecho de que, además de los movimientos feministas y las protestas por los derechos civiles, las mujeres se han involucrado y de manera protagónica en los movimientos de insurgencia armada que han existido en este país. La Revolución Mexicana y, ahora, la guerrilla de la década de los 70 son prueba de ello.

Recuperar la genealogía femenina es fundamental para que las mujeres nos expliquemos el origen y desarrollo de nuestra milenaria opresión. No es una tarea sencilla (…) Restituir cara, cuerpo, nombre, voz, a las mujeres que han participado en la lucha armada de la guerrilla mexicana de los años 70 tiene otro significado adicional: que las sobrevivientes, que nos regalan aquí sus palabras, están claras que su proceso fue doloroso y peligroso, pero que ello no ha cambiado su mirada respecto de la realidad. Les ha indicado otros caminos que van en el mismo sentido, el de buscar rutas hacia la justicia, la democracia equitativa y la restitución de los derechos de la clase obrera, de los y las pobres, y la urgencia de terminar con la injusticia social”, reflexionó a modo de prólogo la periodista y feminista Sara Lovera.

La portada de este libro tiene la fotografía de 20 mujeres “caídas en combate y detenidas desaparecidas” que recuerda –como todas las historias que aquí se recogen- las heridas que dejó la llamada guerra sucia y que siguen abiertas para muchas hijas, hermanas, madres y amigas que todavía hoy buscan rastros de sus seres queridas que militaron en este movimiento armado.

Los capítulos del texto está organizado para contar la “Memoria del Primer Encuentro Nacional de Mujeres Exguerrilleras”; “Testimonios de las Fuerzas de Liberación Nacional”; “Testimonio de Los Procesos, Frente Estudiantil Revolucionario y Liga Comunista 23 de Septiembre”; “Testimonios del Movimiento de Acción Revolucionaria”; y “Testimonio del Partido de los Pobres”; “Testimonio del grupo de Diego Lucero”. Todos ellos relatos sobre las motivaciones, los procesos de integración y las actividades que llevaban a cabo las mujeres en los núcleos guerrilleros.

Y luego se cuentan las historias, una por una, con nombre y apellido, de las “combatientes revolucionarias detenidas-desaparecidas”; “compañeras que se desconoce la fecha de su detención desaparición”; “casos que originalmente pertenecieron a la lista de desaparecidas y pueden recaer en la de caídas en combate”; y “combatientes revolucionarias caídas en combate”.

Estos son los relatos de cómo las mujeres guerrilleras –con vidas hechas- fueron reprendidas, agredidas, perseguidas, detenidas y desaparecidas. Con sus historias, las y los familiares también retratan los caminos que tuvieron que seguir para dar en los registros públicos con las fotos de sus familiares muertas, y –en algunos casos- con el paradero de las hijas e hijos que las mujeres llevaban en brazos o en el vientre al momento de ser capturadas.

La voz y la memoria de familiares y sobrevivientes reconstruyen con anécdotas, fechas, documentos y muchos detalles las motivaciones que llevaron a muchas mujeres a formar parte de esta lucha social y sus procesos de formación política y social, por ejemplo a través de una clase, leer un libro que la amiga les prestó, escuchar un mitin, seguir ejemplos o ver casos de injusticia e impunidad; sin embargo, también narran las formas crueles en las que fueron torturadas y la angustia de sus familias al no saber cuándo iban a regresar.

Este libro resulta hoy un llamado urgente a la memoria ante la realidad que lo refiere por las millones de personas que viven en condiciones de pobreza, la violencia que amenaza todos los días la vida de cualquier persona, y las más de 30 mil madres que buscan a sus hijas e hijos desaparecidos, todas ellas –como continúan aún las familias de las víctimas de la guerra sucia- con la esperanza prendida en que un día regresarán.

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La Crítica