Por Lara LaRisa

*Texto en español y portugués

 

Recuperar mi propia mirada es un proceso que está siendo maravilloso, me siento ampliada y fortalecida. Pero, al mismo tiempo, reconozco que junto con esa sensación hay momentos en que también hay dolor, porque es muy difícil abandonar todo lo que hace tanto tiempo nuestra socialización viene depositando en nosotras, esa creencia enferma de que no somos, no podemos querer ser y que debemos existir en silencio, con el rostro oculto y en las sombras.

Reapropriarme de mi mirada fotográfica ha sido re-conectarme con mi mirada de las imágenes en el mundo. Siento cambios muy significativos y que me emocionan. Comencé a hacer unas experimentaciones en vídeo, leyendo poemas lésbicos y filmando flores, creo que esas prácticas han sido parte de encantamiento y amora en mi proceso.

También me sentí mejor y siento que ese espacio que creamos entre nosotras me nutrió y fortaleció, dándome más voluntad y coraje de estar en el mundo, creer más en mi, abrir la boca y soltar también por las voces las palabras que tenemos cuando necesitan salir. En la última semana mandé a las habas a un profesor con prácticas misóginas; la clase es una disciplina obligatoria en mi licenciatura en artes, la materia es cine/me explico: en el último semestre tuve un profesor de fotografía que casi me ha reprobado por puro odio a mujeres lesbianas, era explícito, casi creí realmente que involucrarme con la fotografía y registrar mi percepción y mirada no eran para mí. Ahora me siento valiente, acompañada de las amorosas construcciones que vamos haciendo juntas aquí.

Redirigir la mirada hacia mí misma al mismo tiempo cuesta mucho. En el mundo en que vivimos no queda tiempo para estar con una misma, y aún es muy difícil ejercitar la auto-mirada, algo que trae un poco de tristeza, confieso, y también un poco de culpa. En el fondo acabo creyendo que soy yo misma la principal responsable de alimentar sólo el tiempo de la prisa y no el tiempo sentido.

Creo que estoy en un hermoso proceso de recuperación en relación a mí misma, y me gustaría agradecer a Vale y a cada una de las compañeras que nos acompañamos en esas semanas. Fue todo muy valioso, y me siento completamente agradecida.

Ahora siento que ya tengo ganas de tomar fotografías de mí misma. Antes no pasaba por mí ese sentimiento de registrarme a mí misma y mi cuerpa. En estos días fotografié bastante mi cara enrojecida después de andar en bicicleta, nunca había notado que me gusta tanto la sensación de ese color que mi piel trae después del ejercicio.

Mi primera fotografía en el curso me colocaba en las sombras, la imagen de ahora busca mostrar lo que elegí, quita de las sombras de mi Yo en muchas formas y juntas. Para mí: valentía.

Las prácticas que percibo y creo que atravesaban mi mirada y auto-percepción corporal, las cuales venimos buscando superar y sanar delante de esas estructuras violentas pasaban, por lo que percibo, por: 1) sexismo (no ser o parecer como) mujeres supuestamente «deberían», o incluso un auto cobro en relación a los mandatos de la feminidad; 2) racismo (el disgusto con mis rasgos que siempre preferí / fui enseñada a preferir – no mirar de cerca); 3) y clasismo (no tener el rostro / cuerpo / rasgos que se desea o se conoce de la publicidad. Puede ser que todavía existan otras que faltan reconocer, tal vez mi misoginia internalizada y otras estructuras que aún no alcanzo, pero que espero y veo después de esa experiencia juntas, caminos para ir caminando gradualmente.

Pensar mi propia mirada tal vez sea la principal forma de sanar. Y que sigamos en ese camino, todas, es lo que deseo y por lo que prendo mis velas.

Fotografía de Lara LaRisa

Cuando empezamos, yo también andaba por aquí tratando de iniciar algunos registros fotográficos del acompañamiento de mi cuello uterino. La producción de imágenes acerca de esa parte del cuerpo, tan mal estudiada, mal hablada y sobre la cual, gran parte de las veces, poco sabemos y vivimos con profundidad me parecía, y tal vez me parece, demasiado «íntimo», pero siento como muy necesario en mi proceso personal y en esos procesos que vengo atravesando juntas entre mujeres en algunos espacios en los que hemos conversado sobre la menstruación, en nuestras vidas sexuadas en cuerpos de mujeres que necesitamos acuerpar entre nosotras y desde nosotras mismas.

No sabemos en general qué apariencia, coloración, brillo, marcas tienen nuestra útera, no conocemos los momentos de nuestra primera corazona cíclica, que tanto trata de contar secretos,  diciéndonos sobre lo que deberíamos saber de nosotras mismas. Ciertamente aún no me siento totalmente a voluntad con lo que veo y registro, pero siento que consigo por cada vez más luminosidad sobre el cuello que registro casi diariamente, una práctica fotográfica que ciertamente aprendimos y fuimos nutriendo juntas, y fue parte fundamental de ese proceso que también estoy viviendo aquí entre nosotras, en la búsqueda de nuestra auto mirada feminista.

Antes de esa imagen, o antes de que yo entendiera que esa imagen era el autorretrato que venía buscando, experimenté otros registros de mí misma. El ejercicio de búsqueda de una mirada hacia sí misma que también fue una de las conciencias propulsoras del coraje que necesité. Las fotografías de mi expresión facial, la piel registrada sudorosa, fue donde comenzó la experimentación de estas semanas finales en la búsqueda del autorretrato que elegiría.

Satisfecha en registrarme a mí, pero todavía en busca de mis sentimientos, personalidades y comunes en esta búsqueda y camino lesbofeminista, empecé a intentar registrar algunas imágenes de mí junto con algunas de las pinturas que he estado produciendo desde hace algunos meses con menstruación en busca de figuras de algunas diosas. Para mí, fue un momento de mucha intimidad y una encuentra mágica entre mujeres pintadas por esa sangre que vierte de mi útera.

Poder ver juntas sus escalas, sus relaciones, sus comunes y las tonalidades y diferentes colores que condujeron me trae mucha emoción, sensiblemente posibilitando registros y autorretratos muy fundamentales para mi auto mirada y para ese momento de mi recorrido, creo. Una oportunidad de fuerza menstrual y ginopotencia, diría, que tal vez no haya sentido antes.

Pero igualmente, al ver esas imágenes, sentía aquella timidez del compartir, como aquella reflexión y recato al pensar en mostrar mi cuello uterino. He experimentado transformar las imágenes en blanco y negro, y así he sentido alguna posibilidad más de superar el pudor en compartir y empezar a pensar en la elección de mi autorretrata final.

Así que después de algunas fotos de las que vengo tratando de registrar con frecuencia casi diaria en ese acompañamiento del cuello, hoy, día 15/4, a las 18: 18h, una de las imágenes me llevó mucho la referencia a la luna y sus fases, esa luna creciente que para mí fue surgiendo en la imagen de mi útero que veía registrada en mi fotografía. Fui buscando superar el desconcierto en la estrategia de cambio del color para blanco y negro, y definitivamente, una vez más, la luna creciente parecía aún más presente en la imagen del cuello.

En ese proceso fue que elegí mi imagen final. Grata y amorosamente compartiendo, Lara.

15 de abril de 2019/ 20:38h

Fotografía de Lara LaRisa

Recuperar e me reapropriar de minha própria mirada é um processo que está sendo maravilhoso, me sinto sendo ampliada e fortalecida. Mas ao mesmo tempo confesso que junto com essa sensação há momentos em que também passam a dor, porque é bem difícil abandonar tudo que há tanto tempo nossa socialização vem depositando na gente, essa crença adoecedora de que não somos, não podemos querer ser e que devemos existir em silêncio, com o rosto oculto e pelas sombras.

Reapropriar minha mirada fotográfica tem sido reconectarme com minha mirada das imagens no mundo, sinto mudanças muito significativas e que me emocionam. Comecei a fazer umas experimentações em vídeo, lendo poemas lésbicos e filmando flores, acredito que essas práticas tem sido parte de encantamento e amora no meu processo.

Tbém me senti melhor e podendo dizer mais, sinto que esse espaço que criamos entre nosotras me nutriu e fortaleceu, me dando mais vontade e coragem de estar no mundo, acreditar mais em abrir a boca e soltar também pelas vozes as palavras que temos quando precisam sair (na última semana mandei as favas um professor com praticas misóginas, a aula é uma disciplina obrigatória na minha licenciatura em artes, e advinhem é o campo técnico das imagens registradas, a matéria é cinema/ me explico: no último semestre tive um professor de fotografia que quase me reprovou por puro ódio a mulheres lesbicas, era explicito, eu quase acreditei que realmente me envolver com a fotografia e registrar minha percepção e mirada não eram para mim- ao que me sinto valente, acompanhada das amorosas construções que vamos fazendo juntas aqui)

Redirigir a mirada para mim mesma ao mesmo tempo custa muito, no mundo em que vivemos não resta tempo consigo mesma, e ainda é muito difícil exercitar a automirada, algo que traz um pouco de tristeza, confesso, e também um pouco de culpa, no fundo acabo crendo que sou eu mesma a principal responsável por alimentar apenas o tempo da pressa e não o tempo sentido.

Acredito que estou em um bonito processo de recuperação em relação a olhar para mim mesma, e gostaria muito de agradecer a Vale e a cada uma das companheiras que nos acompanhamos nessas semanas. Foi tudo muito valioso, e me sinto completamente grata.

Agora, sinto que já tenho vontade de tirar fotografias de mim mesma. Antes não passava por mim esse sentimento de registrar a mim mesma e minha corpa, esses dias fotografei bastante meu rosto corado após andar de bicicleta, nunca havia reparado que eu gosto tanto da sensação dessa cor que minha pele traz após o exercício.

Minha primeira fotografia no curso me colocava nas sombras, a imagem (que quero e penso em fazer) agora busca mostrar o que eu elegi mostrar, retira das sombras minha eu em muitas formas, e juntas. Para mim, valentia.

As práticas que percebo e acredito que atravessavam minha mirada e autopercepção corporal, as quais venho buscando superar e sanar diante dessas estruturas violentas passavam, pelo que percebo, pelo: 1) sexismo (não ser ou parecer como) mulheres supostamente “deveriam”, ou mesmo uma auto cobrança em relação aos mandatos da feminilidade; 2)racismo (o desgosto com meus traços que sempre preferi/ fui ensinada a preferir – não olhar de perto); 3) e classismo (não ter o rosto/corpo/traços que se deseja ou publiciza que deve se desejar) . Pode ser mesmo que existam ainda outras que faltam reconhecer, talvez minha misoginia internalizada e outras estruturas que ainda não alcanço, mas que espero e vejo agora depois dessa experiência juntas, caminhos para ir caminhando processualmente.

Pensar minha automirada talvez seja a principal forma de sanar. E que sigamos nesse caminho, todas, é o que desejo e ao que acendo velas.

Quando iniciamos, eu também andava por aqui tentando iniciar alguns registros fotográficos do acompanhamento do meu colo uterino. Produzir imagens a respeito dessa parte do corpo, tão mal estudada, mal falada e sobre a qual, maciça parte das vezes, pouco sabemos e vivenciamos com profundidade me parecia, e talvez ainda me pareça, demasiadamente “íntimo”, mas sinto como muito necessário em meu processo pessoal e nesses processos que venho atravessando juntas no entre mulheres em alguns espaços em que temos conversado sobre a menstruação, em nossas vidas sexuadas em corpos de mulheres que precisamos acorpar entre nosotras e desde nosotras mesmas.

Não sabemos em geral que aparência, coloração, brilho, marcas têm nossa útera, não conhecemos os momentos dessa nossa primeira coraçona cíclica, que tanto tenta nos contar segredos, nos dizer sobre o que deveríamos saber em si mesmas. Certamente ainda não me sinto totalmente a vontade com o que vejo e registro, mas sinto que consigo por cada vez mais luminosidade sobre o colo que registro quase diariamente, uma prática fotográfica que certamente aprendemos e fomos nutrindo juntas, e foi parte fundamental desse processo que estou também vivendo aqui entre nosotras, na busca de nossa auto mirada feminista.

Antes dessa imagem ir tornando-se, ou antes que eu fosse entendendo que essa imagem era o autorretrato que vinha buscando, experimentei outros registros de mim mesma. O exercício de busca de um olhar para si mesma que também foi uma das consciências propulsoras da coragem que precisei ir reunindo para me inscrever nessas sessões. As fotografias de minha expressão facial, a pele registrada sudorosa, foi onde começou a experimentação destas semanas finais na busca pelo autorregistro que elegeria.

Satisfeita em me registrar, mas ainda em busca de minhas sensações, pessoalidades e comuns dessa busca e caminho lesbofeminista, comecei a tentar registrar algumas imagens minhas junto com algumas das pinturas que venho há alguns meses produzindo com menstruação na busca das figuras de algumas Deusas. Para mim, foi um momento de muita intimidade e uma encontra mágica entre mulheres pintadas por essa sangue que verte de minha útera.

Poder ver juntas suas escalas, suas relações, seus comuns e as tonalidades e diferentes cores que conduziram me trouxe muita emoção, sensivelmente possibilitando registros e autorretratos muito fundamentais para minha automirada e para esse momento de meu percurso, acredito. Uma oportunidade de força menstrual e ginopotência, diria, que talvez não tenha sentido antes.

Mas igualmente, ao ver essas imagens, sentia aquela timidez do compartilhamento, como aquela reflexão e recato ao pensar em mostrar minha colo uterina. Experimentei transformar as imagens em preto e branco, e assim senti alguma possibilidade a mais de superar o pudor em compartilhar e começar a pensar na eleição de minha autorretrata final.

Assim, que após algumas fotos, das que venho tentando registrar com frequência quase diária nesse acompanhamento do colo, hoje, dia 15/4, as 18:18h, uma das imagens me levou muito a referência à lua e suas fases, essa lua crescente que para mim foi surgindo na imagem do meu útero que via registrada em minha fotografia. Aquele embaraço fui buscando superar na estratégia de alteração da cor para preto e branco mais uma vez, a lua crescente parecia ainda mais presente na imagem do colo.

Assim que elegi minha imagem final. Grata e amorosamente compartilhando, Lara.

15 de abril de 2019/ 20:38 h

 

*Nota: Este texto es resultado del curso «En busca de mi autorretrato» impartido por Valentina Díaz en Ímpetu Centro de Estudios A.C.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La Crítica