Feminismo

[Opinión] Mirarnos a los ojos

Ilustración de Karolin Schoor

Por Montserrat Pérez

Creo en la urgencia de hablar entre nosotras, de nuestros temas, de las cosas que nos están doliendo emocional y físicamente (que además no se pueden separar), de lo que nos da felicidad, de todo eso que nos emociona, de libros, de música, de arte. Y, aún más, creo en la urgencia de mirarnos a los ojos mientras lo hacemos.

Creo en la urgencia de mirar a nuestras mujeres más cercanas y entablar diálogos profundos con ellas, conocerlas, entenderlas, saber qué es lo que están experimentando. Debo confesar que por mucho tiempo me negué a abrirme con muchas de mis amigas y conocidas por miedo. ¿Miedo a qué? A que me juzgaran, a que nos dejáramos de hablar y usaran eso que les conté en mi contra, a que me dejaran de hablar, incluso.

Ha sido un proceso largo el de aprender nuevas formas de relacionarme con otras mujeres y entender que vale la pena confiar, y no solamente por mí, sino porque ese “quiero estar ahí para ti” pasa a ser una realidad y no sólo un decir. Y es mucho más fácil de lo que parece, no todo tiene que ser una conversación filosófica o política trascendental, al contrario, puede ser solamente caminar con una amiga, comer algo muy rico, reírnos, pero estando presentes y atentas.

Y también creo que es urgente el debate profundo, en el que nos hacemos preguntas y nos enfilamos hacia diferentes y múltiples respuestas ante una realidad que nos quiere aplastar. A veces decidimos que a nuestras amigas o conocidas no les interesa hablar de ciertos temas, y digo decidimos, porque no necesariamente es cierto. Me parece que en ocasiones nos da miedo internarnos en ciertos temas porque pueden tocar fibras sensibles, pero, ¿no ese es el punto del feminismo? ¿No se supone que nos tiene que hacer cuestionar todo?

Con esto, por supuesto, no digo que esto signifique confrontar o usar el conocimiento para hacer a las otras sentirse mal. Al contrario, de pronto veo que las conversaciones en torno a temas de nosotras parecen no valer, si no tienen mil fuentes y autoras citadas. Falso, todas y digo TODAS tenemos conocimientos y experiencias que nos sirven para cuestionar la realidad. Puedo pensar en pocas cosas tan placenteras como escuchar a mis amigas, primas y demás mujeres hablando de lo que reflexionan sobre sí mismas y sus contextos. Por supuesto, no siempre vamos a estar de acuerdo, pero el abrirnos a la comunicación desde el entendimiento es un paso primordial para cambiar todo eso que nos está oprimiendo. Si no hablamos entre nosotras, nos alejamos de la libertad.

Mirarnos a los ojos me parece un acto básico en cualquier relación humana, un reconocimiento de la existencia, de la subjetividad, además de una forma de comunicación que va más allá de las palabras. ¿Les pasa con las mujeres que mejor las conocen que ni siquiera tienen que hablar y una mirada es suficiente para saber que están felices, incómodas, enojadas, fastidiadas y demás? Es más, ni siquiera creo que sólo nos pase con las mujeres más cercanas a nosotras, sino que es algo que hacemos en la cotidianidad y son esas miradas cómplices que nos damos en espacios que a veces no son los más esperados. No sé, cuando vamos apretadas en el metro y pasa algo que nos divierte o nos asusta y otra nos regresa la mirada y nos dice, sin palabras, que ella también pensó eso, por ejemplo.

Vernos a los ojos, además, a partir de la empatía y el amor, transgrede los mandatos de agresión entre unas y otras. Es una forma de decir que no estamos dispuestas jugar ese juego malévolo del odio. Incluso creo que es una forma de resolución de conflictos. A mí me cuesta muchísimo trabajo no poder ver a alguien cuando hay algún desacuerdo, aún más si son compañeras queridas o amigas. Y debido a las distancias y la tecnología, a veces no queda mucho espacio para el encuentro, pero estoy convencida que no hay mejor forma de solucionar un conflicto (o al menos intentarlo) que sentarse frente a frente y escucharse con apertura, con reflexión y, principalmente, con amor.

Creo en la urgencia de tomarnos de la mano, mirarnos a los ojos y amarnos entre nosotras. Re-conocernos, re-conectarnos y trazar nuevos caminos.

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La Crítica