Lesbofeminismo

La intuición: el camino que nos lleva de regreso hacia nosotras

Por Caroliopa Serrano

Existe una intensa relación entre lo que pensamos, sentimos y acuerpamos, cuando esta relación se alinea nos habla al sonido de una misma voz, brindándonos las respuestas que estábamos buscando. Cuando esta voz no es tan clara, la cuerpa insistirá en gritarlo a través del cansancio, malestares o enfermedades. También nos hablará la corazona, los sentimientos y emociones para ver si así nos escuchamos. Los pensamientos, por su parte, harán de las suyas, haciéndonos creer que esa voz no es real.

Si imaginamos que la mente, la corazona y la cuerpa son personajes, serían como tres hermanas. Por un lado estaría la cuerpa, la mayor, la que ha estado desde que todo inició, incluso vio la útera de tu madre. Ha visto todo lo que ha pasado contigo, pero es a la que menos le haremos caso, quizá porque no en todos los casos se entrena o educa como creemos que deberíamos, y aun cuando se “entrene o eduque” por sí sola no nos dará todas las respuestas, pero cuenta con un superpoder que es la intuición, que nos dice a dónde ir o no ir, dónde estar o no estar, qué hacer o no hacer. Cuenta también con la útera y su memoria ancestral, que nos comunica cosas que no tan fácil lograremos descifrar.

Después estaría la corazona, que se formó 8 semanas después de que la cuerpa iniciara su andar. Alberga a las emociones y los sentimientos, pero es la más tímida de las hermanas, casi no habla en público y cuando lo hace le dicen que guarde silencio, que no sabe nada o que es muy intensa o que quizá debe estar menstruando. ¡Claro! La corazona lleva sangre en sus venas.

Por último está la mente, la razón, que ha pasado años instruyéndose de todo lo que ve, hace o estudia, pero lo ha hecho desde un sistema que poco tiene que ver con nosotras. Sin embargo, ha sido la razón la que se ha puesto al frente, pues a través del conocimiento y la inteligencia ha sabido andar por ese sistema, validando su existencia a través de lo que aporta al mismo sistema desde su adiestramiento. La cuerpa con lo que hace también aporta al sistema, pero cuando nos apropiamos de nuestra cuerpa y decidimos no aportar al sistema, entonces no es tomada en cuenta y la corazona, en general, trata de esconderse, pues se siente débil y vulnerable, si se muestra ante la multitud.

¿Cómo logramos alinear la relación entre la mente, corazona y cuerpa? Escuchando no sólo lo que los pensamientos y el intelecto nos dice, porque generalmente lo que escuchamos es nuestra inteligencia aprendida desde el sistema patriarcal, por eso a veces nos juzgamos tan duro de no ser lo que deberíamos ser. Escuchar a nuestras emociones, por su parte, es difícil, ya que generalmente tendemos a silenciarlas o evadirlas; si sentimos dolor, como duele, no queremos sentirlo, pero si lo sentimos, sabremos qué es lo que duele y por qué. Con el enojo lo mismo, como explotamos, lo silenciamos, pero es el enojo lo que nos hará establecer límites al identificar qué nos enoja y desde ahí sabremos que no queremos o permitiremos ciertas cosas. La cuerpa nos habla, nos dice cuando siente incomodidad o malestar al estar en algún lugar o con ciertas personas, nos dice cuando algo que estamos haciendo no nos gusta, pero no le hacemos caso.

Desde la experiencia propia y compartida con otras puedo deducir que hay una cosa que conecta la mente, corazona y cuerpa: la intuición, que nos habla a pesar de no hacer caso a la mente, corazona y cuerpa, pues creo que atraviesa a las 3 hermanas y, cuando le hacemos caso, logramos alinear esa relación. Funciona como una triada, la cual puedo nombrar como “triada lésbica”, pues al alinearse replanteamos lo que pensamos, sentimos y acuerpamos, por lo tanto, al alinear esa relación, regresamos a nosotras, pues nos habremos escuchado. Si nos escuchamos, nos empezamos a aceptar, cuidar, procurar y amar. Cuando lo logramos, entonces cambia nuestra relación hacia los demás, se establecen límites y, a veces, comenzamos a politizar, porque, como ya es lo han dicho antes «lo personal es político».

Regresar a nosotras es regresar a las otras, a nuestra madre, a las mujeres que nos rodean y también esto es regresar a nuestra lesbiandad, abrazándola, no sólo en lo sexo-afectivo, sino desde la postura de amor entre mujeres, construir entre nosotras para nosotras, no desde la competencia patriarcal y la misoginia.

Esta relación no es lineal, es decir, no siempre va a ser perfecta, pues desde lo patriarcal así se plantea la “estabilidad emocional”. No obstante, desde nosotras sabemos que la relación con una misma y todo eso que somos: mente, corazona y cuerpa moviéndose en el mundo, tendrá días buenos y días malos y eso también es parte de nuestra relación y así vamos construyendo nuestra estabilidad emocional  o nuestra comunicación con nosotras mismas, que no siempre es estable, pero es nuestra relación, la cual a veces se logra alinear, escuchándonos y siguiendo nuestra intuición, que, si seguimos practicando, se alineará cada vez más seguido.

Imagen: Diseño y tatuado por Ginotattoo. Cortesía de la autora

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La Crítica