Denuncia

Jerónimo Sada, cantautor agresor

Alejandra Martínez Montes.

Hoy miércoles 27 de febrero de 2019, quiero hacer una denuncia pública a Jerónimo Sada, músico y compositor que radica en la CDMX.

Conocí a Jerónimo en abril de 2015, cuando yo tenía 14 años de edad y él 36, a partir de ahí comenzamos una relación de amistad. Desde un inicio, él me brindó una relación segura, tanto él como su ambiente me parecieron algo nuevo y magnífico.

Estaba por cumplir 16 años, cuando el comportamiento de Jerónimo cambió, la confianza era mayor y me sinceré con él, contándole secretos íntimos. En ese entonces yo aún no me había interesado por el mundo del romance. Era una niña recién salida de secundaria que jamás se había sentido atraída románticamente por alguien e incluso que le costaba entablar conversación con nueva gente. El hecho de que pudiera estar hablando con alguien más grande que yo y con diferentes capacidades, me fascinaba.

La diferencia entre los pensamientos de una recién adolescente comparados con los pensamientos de un hombre de 38 años con una carrera de medicina eran evidentemente diferentes. Sus conocimientos previos le permitieron controlar una serie de argumentos que sonaban válidos y atractivos para mi entendimiento, pero que en estos casos son más bien, argumentos con palabras específicas planeadas previamente y que tienen un sólo propósito: llevarte a la cama. Él se ganó mi confianza plena, por consecuencia esto provocó vicios en mi consentimiento. Nunca le dije que no a nada porque confiaba en él e incluso lo quería.

Estupro

Días antes de cumplir 16, Jerónimo me invitó a “festejar” mi cumpleaños a su apartamento, invitación que no rechacé. A partir de ese momento, comenzó una relación sexoafectiva no convencional que duró un año (enero 2017-enero 2018). Como mencioné antes, yo desconocía el mundo de las citas, por consecuencia no distinguía, nombraba ni etiquetaba lo que empecé a vivir con él, sólo sabía que no tenía que decirle a nadie (a petición de él). Era una rutina, nos veíamos mayoritariamente los viernes, me invitaba a comer y después teníamos relaciones sexuales. Con esto pruebo que el interés y el cariño no eran recíprocos. Me refiero a que, en una relación normal, ambas partes demuestran interés.

Conversaciones donde se evidencia que las intenciones de Jerónimo eran
diferentes a las mías.

Artículo 180 del Código Penal del Distrito Federal: Al que tenga cópula con persona mayor de doce y menor de dieciocho años, obteniendo su consentimiento por medio de cualquier tipo de engaño, se le impondrá de seis meses a cuatro años de prisión. Este delito se perseguirá por querella.

Se creó una falsa afinidad; fácil de aparentar para él, pues sólo era cuestión de imitar mis gustos e intereses para ganar (aún más) mi confianza. Era deslumbrante, culto y me hacía reflexionar, me sentía más madura al debatir con él y muchas veces dejé de intentar ganar espacios en los cuales yo tuviera razón. Inclusive él decía que, por mi edad solamente estaba en posibilidades de ganar un debate con un chico de 20 años. Reafirmando así el poder que ejercía sobre mí en su papel de adulto. ¿Para qué continuar con mi afán por defender mis ideas cuando yo sólo había vivido 16 años de mi vida? ¿Cuántos conocimientos podía abarcar yo, que él no lograra dominar y tergiversar a su favor? Insisto en que esta fue totalmente y por completo una relación que se daba solo para su beneficio, para saciar sus fantasías sexuales. Durante esta relación Jerónimo mostraba interés sólo cuando le convenía.

Yo no sabía si Jerónimo estaba bromeando, sin embargo yo me sentía culpable y muy triste cuando él hacía comentarios que denotaban cierta posesión sobre mí y la manera de relacionarme con los demás. Actitud que me confundía porque no estaba segura si esa era su manera de demostrar interés o preocupación por mí. (Hoy me queda claro que una relación que se desenvuelve en un ambiente de control, celos y condicionamientos no es una relación de cariño, ni es la manera de demostrar afecto).

Después de determinado número de encuentros; sin preguntarme, Jerónimo dejó de usar preservativo para tener relaciones conmigo escudándose en su carrera de medicina y diciendo “esto sólo lo haces conmigo”, teniendo la seguridad de que yo no tenía otras parejas sexuales, no obstante yo nunca cuestioné si él tenía relaciones con otras/otros. Poniendo así en riesgo mi salud, arriesgándome a contraer alguna infección de transmisión sexual. De igual manera, Jerónimo grabó uno de esos encuentros sexuales sin consultarme previamente si estaba o no de acuerdo. Desconozco cuántas veces más me grabó así como también ignoro lo que hizo con ese material.

Artículo 187 del Código Penal del Distrito Federal: Al que fije, imprima, video grabe, audio grabe, fotografíe, filme o describa actos de exhibicionismo corporal o lascivos o sexuales, reales o simulados, en que participe una persona menor de dieciocho años de edad o persona que no tenga la capacidad de comprender el significado del hecho o de persona que no tiene capacidad de resistir la conducta, se le impondrá la pena de siete a doce años de prisión y de mil a dos mil días multa, así como el decomiso y destrucción de los objetos, instrumentos y productos del delito.

Artículo 188: Al que almacene, adquiera o arriende para sí o para un tercero, el material a quese refiere el artículo anterior, sin fines de comercialización o distribución, se le impondrán de uno a cinco años de prisión y de cien a quinientos días multa.

Es fundamental hacer hincapié en que esta relación sexoafectiva se mantuvo en secreto a petición suya e incluso, para evitar “sospechas”, llegó a exigirme que cambiara la manera en la que yo lo tenía registrado en mis contactos. Este convenio de discreción me llevó a ocultar los lugares en donde me encontraba no sólo a mis padres, sino también a mis amigos. Suponiendo que en algún caso de emergencia o en el que yo estuviera en riesgo, nadie de mi círculo de confianza sabía específicamente en dónde encontrarme. Siendo yo menor de edad, recaía la responsabilidad de mi bienestar sobre Jerónimo como adulto responsable.

Actualmente a través de terapia psicológica (y apoyada por mis familiares y amistades) trabajando los cuadros de ansiedad y la depresión que este episodio me ocasionó, mis demandas hacia Jerónimo Pérez Sada son:

1. Que Jerónimo P. Sada se disculpe públicamente, reconociendo que por su parte hubo una clara intención de manipularme para satisfacer una fijación sexual creada por la cultura de obtener uno o varios encuentros sexuales con una adolescente 22 años menor que él.

2. Que el video sea entregado y se declare lo que verdaderamente se hizo con este (hubo difusión entre sus contactos o incluso con desconocidos, lo guardó para satisfacción propia, etc.)

3. Que Jerónimo P. Sada se comprometa a alejarse de menores (niños, niñas y adolescentes) debido a sus evidentes fijaciones efebofílicas[1].  En el entendido de que, habiendo asociaciones que le faciliten este contacto correrán el riesgo de ser evidenciadas.

Estoy consciente del riesgo que implica denunciar a una figura pública, por lo tanto, corro el riesgo de ser agredida física y/o verbalmente. Pero es preciso que publique que el caso se llevará a cabo independientemete de su vida pública.


[1] Interés o atracción hacia adolescentes o jóvenes ubicados en el desarrollo sexual o adolescencia media y tardía, se extiende usualmente entre los 14 y 19 años de edad.

2 thoughts on “Jerónimo Sada, cantautor agresor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La Crítica