Utópica en violeta

Ana abrió los ojos. Despertó antes de que sonara la alarma. Le dolían los pies y todavía tenía diamantina rosa en los brazos. Tomó su celular a tientas y leyó la noticia entre lagañas: Beatriz Gutiérrez Müller dejó a Andrés López Obrador por Tatiana Clouthier; ambas abandonaban la militancia en el partido.

Ana no podía creerlo. Puso el audio en vivo de Aristeguinoticias para saber los detalles, pero Carmen ya no hablaba sobre el romance político, sino que estaba en entrevista con Suseline, una mujer que llevaba encarcelada más de ocho años por haber matado a su agresor en defensa propia, pero que finalmente había sido liberada durante la madrugada.

La noticia no era sólo su liberación, sino que durante la noche varias jóvenes encapuchadas entraron a los penales y sacaron a la mayoría de las presas, principalmente a las que estaba ahí por actuar en defensa propia, por abortar, por defender a otras mujeres y por cualquier otra causa que las encapuchadas consideraron injusta. 

También durante la noche, todas las legisladoras de ambas Cámaras (sin importar partido) fueron llevadas al Congreso por otro grupo de encapuchadas. Las convencieron de aprobar y reformar de manera extraordinaria algunas leyes.

Por ejemplo, modificaron la Constitución para convertir el aborto libre y digno en un derecho humano. También aprobaron una Ley de Amnistía que impidiera perseguir a las presas recién liberadas. 

Ya que estaban ahí, hicieron desaparecer todas las iniciativas que buscaban legalizar la maternidad subrogada, convertir la explotación sexual de mujeres en trabajo y disminuir a 16 la edad para el matrimonio. 

También aprobaron pena de muerte para violadores, pedofilos, feminicidas, lesbófobos, golpeadores, tratantes de mujeres, acosadores, explotadores laborales y estafadores de mujeres. 

Las legisladoras derogaron todas las leyes que permitieron la creación de la guardia nacional y las que extendían funciones de seguridad pública al ejército. Las políticas y las encapuchadas se quedaron trabajando toda la noche en una propuesta de creación de una Ley de las Mujeres. 

Ilustración: Yaoyao Ma Van As

Ana estaba feliz con tanta buena noticia y el chat con sus amigas estaba por explotar de mensajes. Querían celebrar y quedaron de verse en el Ángel de la Independencia.

Ana salió tan rápido y ofuscada que no se dio cuenta que en lugar de la Glorieta de Colón por la que siempre pasaba, ahora estaba un monumento con las figuras en bronce de María Candelaria, Micaela Bastidas, Bartolina Sisa, Gregoria Apaza, la Gitana y todas las indígenas de las que se tiene registro que participaron en la defensa de los pueblos durante la Conquista.

De lo que Ana sí se dio cuenta en el camino fue que no había policías. Según la primera plana de los periódicos que vio en un puesto de paso, todas las mujeres que participaban en la policía y el ejército decidieron salirse de sus filas. 

También firmaron un acuerdo para crear una nueva Guardia que sólo se activaría para defender el cuerpo de las mujeres durante actos de violencia en los espacios públicos o en los hogares. 

Ana también se enteró que ese mismo día alguien burló la seguridad y se robó todas las estatuas de los expresidentes que adornaban el paso hacia Los Pinos; en su lugar sembraron jacarandas con frondosas flores violetas.

Cuando Ana y sus amigas llegaron al punto de encuentro, vieron que las pintas que se hicieron un día antes seguían ahí y que había un grupo de restauradoras que las documentaba y resguardaba. Las profesionales pusieron una placa enorme que decía: Ángela, la Victoria Alada de las mujeres. 

De regreso a su casa, lo primero que hizo Ana fue prender la televisión. ADN40 anunciaba que no volvería a enviar a un hombre a cubrir una marcha o cualquier acción convocada por feministas; de hecho, en adelante el canal transmitiría las 24 horas al día sólo noticias sobre mujeres. 

Ana estaba digiriendo eso cuando, de pronto, se suspendió la señal de televisión por varios segundos. Se restableció con un fondo morado, luego aparecieron al frente y tomadas de la mano una mujer indígena y otra afromexicana. Ambas adultas mayores.

Las mujeres hablaron cerca de una hora en cadena nacional. Avisaron que se organizó un frente de mujeres mexicanas y de la región de Centroamérica. Su primera acción sería abrir las fronteras para permitir el libre tránsito de mujeres y sus familias; la siguiente acción sería la recuperación del erario público en un fondo administrado por ellas; y la tercera, la autodeterminación de 100 ciudades del país que, a partir de ese día, estarían habitadas sólo por mujeres

Las ancianas se despidieron de la audiencia, pero advirtieron que en un plazo de 24 horas darían nuevas noticias. Aunque estaba en éxtasis de felicidad, Ana cerró los ojos vencida por un sueño profundo. Se quedó dormida con la sensación de que algo estaba por cambiar…

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La Crítica